Arlena Cifuentes
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El proceso electoral que se avecina, en el marco de la crisis institucional que en la actualidad vivimos, me lleva a intentar trasladarle al lector algunas diferencias entre lo que es la política como el “arte del buen gobierno” y la política partidista. La mayoría de los guatemaltecos expresan una manifiesta animadversión y por ende un desconocimiento total cuando se esbozan los temas que agobian a nuestro país y que se enmarcan dentro del “qué hacer político”; quizá sea por esos hábitos de comodidad e indiferencia a los cuales hago referencia continuamente, que son parte intrínseca nuestra, por pereza mental o bien por ignorancia lo cual nos hace totalmente responsables y nos resta autoridad moral para señalar lo mal que funciona el país.

La democracia se fundamenta en los principios de libertad de expresión de pensamiento, de asociación y del ejercicio del sufragio universal sobre el principio de igualdad. Uno de los elementos de la democracia es el “respeto” el cual es un principio cada vez más, ausente de toda práctica en nuestra sociedad. Otro elemento, es el derecho a elegir autoridades, la cual se ejercita cada cuatro años como un mero formalismo fundamentado en valoraciones superficiales y en especie, reviviendo la práctica lejana “del trueque”. La tolerancia es impensable en un país que se caracteriza por los compadrazgos, el clientelismo, el “si no estás conmigo estás contra mí”, la incondicionalidad y el servilismo debido a nuestro subdesarrollo que nos obliga a permanecer sumergidos en las cavernas, incapaces de poder discernir, lo que nos lleva a la ignorancia, producto de la pobreza y de la desnutrición que veda toda posibilidad de desarrollo.

Y, es que el tema del subdesarrollo es en nuestro caso, sinónimo y producto de la pobreza y la desnutrición. Disculpe el lector que sea reiterativa, pero debemos comprender su dimensión y repercusión.

Derivado de mis sentimientos de impotencia y de frustración, deseo aprovechar la oportunidad que me brinda La Hora, como un medio respetable de comunicación, para contribuir a clarificar la especulación y confusión prevalecientes y que sin duda alguna se incrementará a medida que nos adentremos en la campaña electoral. A lo largo de estos meses, considero que es importante abordar los temas que están íntimamente relacionados con el ejercicio del VOTO como un derecho que a su vez implica asumir una gran responsabilidad.

La coyuntura actual requiere que, quienes fuimos afortunados porque no sufrimos de hambre tuvimos acceso a la atención en salud y a la educación formal, hagamos un alto y dejemos de señalar y criticar todo lo nefasto que nos rodea. Es momento de que cada quien se pregunte ¿En qué he contribuido al desarrollo y bienestar de mi país? ¿Cómo puedo contribuir a la superación de la actual crisis?

Nuestro empeño hoy día, debe enfocarse en proporcionar toda la información posible sobre los partidos políticos que participarán en la contienda. Quiénes son sus candidatos para conformar el Ejecutivo, cuál es su programa de gobierno y cómo lo implementarán; así como, quienes conforman los diferentes equipos de trabajo, como mínimo. Ante una población en su mayoría analfabeta, por ende fácil presa de los ofrecimientos y promesas espurias deben realizarse esfuerzos por trasladar al elector la información de la manera más simple y sencilla de digerir. Los columnistas podríamos coadyuvar a destacar la relevancia que tiene el discernimiento del VOTO.

Las elecciones 2019 revisten una enorme importancia para los guatemaltecos, en mi opinión el gobierno electo podría ser un gobierno de transición, que trace la ruta para impulsar el cambio. La utilización del VOTO EN BLANCO es una herramienta que debiéramos analizar con sus pros y sus contras.

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