Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“Las deudas son como cualquier otra trampa en la que se es muy fácil caer, pero de la que es dificilísimo salir.”

George Bernard Shaw

No cabe duda que somos un país eminentemente dependiente económica, social y financieramente, por lo que solamente acatamos órdenes de quienes tienen el poder real, fuera y dentro del país, siempre subyugados a lo que decidan los demás, que les conviene a ellos, para que obedezcamos nosotros.

Sabemos que el FMI y el BM, nos “Conceden” préstamos, pero bajo condiciones eminentemente leoninas para nuestra pobre sociedad, y que sin que la población se entere nos endeudamos cada día más, al 2019 de acuerdo a información proporcionada por PL, cada ciudadano debemos Q8,800.00 en concepto de deuda pública, más nuestras deudas personales, pero ¿Por qué nos hemos endeudado?

A finales de la década de 1950 la CEPAL realizó diversas investigaciones para explicar el subdesarrollo económico y social que experimentaban numerosos países. De allí surgió la “Teoría de la Dependencia”, que no es otra cosa que la subordinación de los países “PERIFÉRICOS” (naciones históricamente explotadas desde que constituían las colonias de las grandes metrópolis) a los países “CENTRALES” (los más industrializados).

Se afirmaba, que la actividad exportadora de materias primas baratas, era correspondida con una actividad importadora de bienes manufacturados, muchas veces con las mismas materias primas, con el agravante de regresar con precios altos, un ejemplo sencillo de los años 90 fue la exportación de pashte, en su forma natural, seco, como era vendido en los mercados cantonales, así era enviado al exterior, y regresaba con un forro y cintas, con el triple del precio.

La necesidad de importar tecnología para producir, localmente, los bienes indispensables para satisfacer a los mercados emergentes, y llegar así a un sistema de autogestión, se tradujo en la adquisición de una enorme Deuda Pública, surgida de los préstamos a los que se vieron forzados a acudir los países subdesarrollados, para comprar los productos y maquinarias más indispensables, por medio de préstamos, que venían condicionados a que se comprara la maquinaria en predeterminadas instituciones, y que los productos después de manufacturados serían enviados exclusivamente al exterior, dejando para el consumo interno los de menos calidad en cuanto a materia prima y diseños.

Estas mismas condiciones se fueron exigiendo para la obtención de efectivo, tanto a la iniciativa privada, como al Estado, más aún en los años del Conflicto Armado Interno, en el que las grandes potencias otorgaron sendos créditos al país, para que a las mismas potencias o a sus aliados le vendieron al nuestro, material de guerra para que la misma continuara, solamente que se le vendía al país el sobrante o material inservible.

Nuestra dependencia, es pues histórica, dependemos de todo y de todos, con el agravante que las deudas traen consigo el pago de altos intereses, sumado al alto grado de corrupción que campea en el país, y de la mayoría de las instituciones que nos proporcionan crédito, por los intereses leoninos como, en el caso del Estado por las condiciones que trae aparejada la adquisición de Deuda Pública.

En Guatemala, en vez de celebrar que cada niño trae un pan bajo el brazo, la no celebración estriba en que cada niño viene con su parte de Deuda Pública sobre los hombros, misma que aumenta constantemente.

Si sumamos a lo anterior que una gran parte de los créditos obtenidos, o no se ejecutan, o son un botín para la corrupción, aliviados estamos.

Por todo lo anteriormente expuesto, somos un país dependiente, más aún si sumamos, que vivimos con las manos abiertas, recibiendo limosnas disfrazadas de donaciones, de las que la mayoría no sabemos a dónde llegan, de ahí la necesidad de exigir la eliminación de la Deuda Pública, o en su defecto su debida fiscalización, para ser cada día menos dependientes.

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