Edgar Villanueva
Estamos a las puertas de un nuevo evento electoral y a pesar de que la niebla preelectoral sigue presente, ya empezamos a ver a través de ésta a los protagonistas y los actores de reparto. Algunos ya han anunciado su pareja de fórmula, otros esperan sus eventos internos para definir quiénes los van a acompañar.
Es muy temprano para poder distinguir con claridad quiénes estarán presentes en las elecciones y para conocer sus planes y los equipos con los que planean dirigir el destino del país. Hay que estar atento a esto y también a conocer a quiénes estarán en las listas para el Organismo Legislativo. Estas serán mis primeras instancias de análisis para determinar por quién voy a votar.
Asimismo, hoy decidí agregar una consideración adicional: voy a ponerle mucho énfasis a la hora de decidir por quién votar, a aquellos candidatos y partidos que, desde su plataforma preelectoral y electoral, estén dispuestos a tender puentes con todos los sectores del país y le restaré sustancialmente a aquellos que, desde sus islas, fomentan la división. De igual manera, valoraré más al que sea resistente a la crítica y al diálogo y, sobre todo, al que tenga voluntad para trabajar de la mano con los sectores y organizaciones que tienen propuestas para sacar adelante al país. No votaré por los que viven de la descalificación o por quienes se hacen acompañar de ellos.
Desde las islas que han ido generando algunos candidatos es imposible gobernar para todos los guatemaltecos. Hay unos que no quieren hablar con los campesinos, otros que no quieren hablar con el sector privado, otros que le cierran las puertas a los migrantes y así no se puede construir una nación desarrollada. Necesitamos a todos aportando, pero, sobre todo, necesitamos un líder que escuche, analice y sea firme para tomar decisiones.
Ojalá los que estamos dispuestos a trabajar con el que tienda puentes entendamos también que el puente no se cierra detrás de uno. El puente sirve para que la comunicación sea de doble vía, pero no nos asegura control, dominio o satisfacción. Nos asegura que habrá espacio para el diálogo, que seremos escuchados, pero no garantiza que las cosas se harán a nuestra manera. Sin embargo, sabio será aquel que use el puente para continuar con sus actividades y volver a la Mesa de Diálogo y sugerencias cuando el país lo necesite. Así es la democracia, una actividad de perseverancia donde el cambio es a veces tan sutil, que desespera.
Por eso, hay que ser pacientes y estar preparado para debatir las propuestas objetivamente y con la mente puesta en el futuro de nuestro país. Ayer el Presidente de Colombia, Iván Duque decía en un foro en Washington, D. C. “es preferible enriquecer la democracia con un debate”, muestra de una madurez política que en Guatemala no hemos alcanzado, pero de la cual tenemos el ejemplo a la vuelta de la esquina y cuya imitación nos será de mucha utilidad en el futuro.