Carlos Figueroa Ibarra
A dos meses de haber asumido la Presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador parece una locomotora a alta velocidad. Ha emprendido todo lo que ha prometido en el transcurso de su campaña: la lucha contra la corrupción, la guerra contra el huachicol (combustible robado), la siembra del millón de hectáreas de árboles maderables y frutales, el proceso que culminará en la creación de la Guardia Nacional, aumento del salario mínimo, los programas sociales para los jóvenes sin trabajo ni estudio, para los discapacitados y los adultos mayores y muchos otros programas más que sería largo enumerar. Varios de esos programas han abierto una polémica que resulta similar a la que enfrentaron en su momento los gobiernos progresistas de Venezuela, Bolivia y Ecuador entre otros. Me refiero al Tren Maya, el proyecto de comunicación transítsmica y ahora a la apertura de la termoeléctrica de Huexca en el estado de Morelos.
Las controversias generadas por dichos proyectos son representativas de los debates entre una izquierda desarrollista o que considera ineludible el desarrollo y la izquierda posdesarrollista. Hoy en México ambas posiciones se encontrarían representadas por Morena y el gobierno de México por un lado y por el otro, diversos movimientos ambientalistas y la izquierda simpatizante con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. El gobierno de López Obrador no tiene duda de que los diversos proyectos de desarrollo son parte fundamental de su programa. Más aun, su objetivo es crear condiciones para que la economía crezca un promedio de 4% anual y para este año se ha fijado un mínimo de 2% para el Producto Interno Bruto. El Proyecto Alternativo de Nación para 2018-2024 es un proyecto desarrollista y en ese contexto el crecimiento económico es estratégico para sus objetivos de pleno empleo y desarrollo social. Solamente de esta manera será posible mantener el grado de consenso para la Cuarta Transformación que se necesita para volverla un proceso que vaya más allá de un sueño sexenal. El crecimiento económico y la distribución del ingreso son fundamentales para conservar la hegemonía del proyecto que Andrés Manuel ha iniciado.
El proyecto termoeléctrico de Huexca es un ejemplo de los dilemas que se presentan para el gobierno de López Obrador. Dicho gobierno se ha planteado la autosuficiencia energética y para ello tiene que construir la refinería prometida y proyectos como la referida termoeléctrica. La refinería contribuirá a la autosuficiencia en materia de gasolina, la termoeléctrica y otros proyectos similares lo harán en materia de producción de electricidad, la cual ahora es comprada a particulares y significa un gasto público que conviene evitar. Pero todos estos proyectos tienen un impacto ambiental y en la vida de los habitantes en donde se realizarán. He aquí el dilema que enfrentará el gobierno progresista de AMLO, el dilema de todos los gobiernos progresistas.
Posdata: El día 12 de febrero de 2019, la Universidad de San Carlos de Guatemala me confirió el Doctorado Honoris Causa. Agradezco al Consejo Superior Universitario, al Rector Ing. Murphy Paiz, a la Escuela de Historia en particular a su directora Artemis Torres Valenzuela y a su Secretaria Académica licenciada Olga Pérez, esta distinción que llevaré con orgullo toda mi vida.