Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Esta semana La Hora pudo documentar varios actos del Congreso que a pesar de ser públicos, los dirigentes del Organismo Legislativo intentaron mantener lo más ocultos posible. En Guatemala, como parte del asalto al Estado de Derecho, se ha venido fortaleciendo la teoría de la interpretación “estirada” de las leyes para darle apariencia de legalidad a las ilegalidades.

La Junta Directiva de 2018 pagó de manera ilegal millonarias cantidades de dinero en indemnizaciones. Como gracias a Dios no pasé de noche la carrera, puedo saber que si bien es cierto que los derechos laborales son susceptibles de ser mejorados, en el tema de la indemnización a los trabajadores del sector público se les genera una excepción porque el artículo 110 de la Carta Magna dice: “Este derecho (la indemnización) en ningún caso excederá de diez meses de salario”. Ahora es el turno del Contralor quien debe demostrar que los diputados no lo tienen bajo la suela y la Fiscal General, siendo una mujer de derecho, deberá ordenar una investigación.

Otro acto que, aunque no es ilegal, demuestra para qué sirven muchas de las contrataciones que se hacen en el Congreso de la República pues resulta que el binomio del presidente Arzú (que no gravitará en las elecciones) ha venido recibiendo ingresos del Congreso amparados en que el Legislativo sigue siendo una caja chica bien grande al alcance de quienes lo manejan. Así hizo Álvaro Arzú con la Muni pues muchos empleados hacían campaña con el cómodo ingreso de la comuna. La corrupción se hereda.

Y como la Guatemala de hoy da para decir una cosa y hacer otra, no hay que dejar de ver la oración de Manuel Espina en el desayuno de oración que se celebró el jueves en los Estados Unidos. No se entiende cómo, quienes más alegan de soberanía, hacen todo un rezo por el Presidente de otro país, Donald Trump.

El Gobierno de Guatemala le quiere ver la cara al mundo y el gobierno americano no es la excepción. Por un lado patean la mesa en el tema de CICIG, por ejemplo, a pesar de los esfuerzos de Estados Unidos por reformar la CICIG como lo dijo el secretario Pompeo en una declaración y por el otro se pintan queriendo rezar pidiéndole a Dios que eso borre sus perversas intenciones.

Por un lado maquillan las cifras de la incautación de droga para quedar bien con los amigos del norte y por otro, mal usan los Jeep J8 destinados para patrullar las fronteras y no las zonas 10 y 14 y de ajuste, cuando son descubiertos, amenazan al país al que llaman “amigo” cuando les conviene; hacen oraciones para lavar cara.

El Gobierno de Guatemala, como es importante para Estados Unidos, condena a Maduro, pero sigue de amores con Ortega porque los americanos todavía no han terminado de subir el volumen al régimen de quien una vez fue premiado por el empresariado organizado de Guatemala.

Los guatemaltecos debemos tener la capacidad de aislar a los radicales (de ambos lados) que no desean cambios, de marginar a los corruptos que siguen usando el poder para su beneficio personal y a los particulares que creen, confían e invierten en apuntalar la impunidad de este país. Si nos ponemos de acuerdo, nos acompañará una comunidad internacional que hace votos por una Guatemala más justa, incluyente, libre de impunidad y con un Estado de Derecho sólido.

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