Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
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“El teatro es una mentira; haced que sea lo más verídica posible”. Voltaire

De acuerdo a noticias de prensa, hasta el momento se encuentran inscritos trece binomios presidenciales para la próxima contienda (Nunca mejor dicho) electoral, según informaciones se prevé que suman 27 binomios, quienes tienen que darse a conocer en un plazo tres meses después de las inscripciones, que terminarán en marzo, motivo por el que los guatemaltecos el día de las próximas elecciones, nos encontraremos frente a un aumentado cartón de lotería, en el que abundarán tanto reincidentes como primerizos en el difícil arte de fingir y mentir, en los que habrá sus excepciones, mismas que descubriremos solamente en el remoto caso que llegasen a ganar las elecciones.

Tomando en cuenta, que la fase del proceso electoral en el que los candidatos se darán a conocer, al igual que sus planes de gobierno, siempre que estos sean ejecutables, es de solamente 90 días, nos encontramos ya en el mes de enero, y se encuentran inscritos 13 binomios, de los que conocemos los nombres de los reincidentes y de los que por primera vez participan, sin embargo aún faltan 14, más de la mitad.

Será imposible que exista un verdadero debate político, tan necesario para conocer por lo menos las líneas generales de lo que será el plan de gobierno, ningún público sostendría la atención escuchando a 27 personas, que serían los presidenciables, menos aún la existencia de un debate de ideas, que no todos las tendrán claras para transmitirlas en forma sencilla, pero consistente para que el votante guatemalteco, que en su media necesita mucha pedagogía para asimilar términos como macroeconomía, bien común, y datos estadísticos entre otros, pueda tomar una decisión.

¿Cómo explicarle y convencer al votante en 10 minutos, que se puede cambiar de fondo el sistema corrompido del país, y posteriormente sostenerlo en un debate en el que frente a 26 contrincantes se debe defender la tesis de su partido? ¿Cómo convencer en noventa días, que se cuenta con el equipo idóneo, para principiar a sacar del país del círculo vicioso de pobreza y corrupción en el que hemos dado vueltas de ciego, durante más de 500 años?

Parece imposible, más si tomamos en cuenta otras variables, como la falta de posicionamiento de una imagen, que esa imagen transmita algo, desde la confianza hasta la desconfianza, pasando por la simpatía, la antipatía, el agrado y el desagrado entre muchas sensaciones, porque eso es lo único que pueden hacer en tan poco tiempo los 27 candidatos, si llegan a ese número, transmitir, pero no convencer, el votante debería llegar convencido de que va a votar por el mejor, no por el menos peor, o en el peor de los casos votar contra alguien, no a favor del candidato más adecuado para el país.

Viene a colación la obra teatral de las alegres elecciones que era presentada por el dramaturgo Douglas González, cada cuatro años, y que refleja como ninguna otra en medio de la sátira burlesca, la realidad de una sociedad, que pretende tener independencia para elegir pero que sin embargo se autoengaña, diciéndose asimisma que toma una decisión, cuando en realidad es guiada por la publicidad que conduce al borreguismo, para tomar una decisión transcendental, como elegir a las máximas autoridades, mismas que cada vez decepcionan más pronto, y cuya luna de miel con la población tarda menos en extinguirse.

En un contexto como el nuestro, sin educación política, y con poquísimos políticos reales, elegir entre 27 binomios presidenciales se torna cuesta arriba, más aún si agregamos a la receta el racismo y machismo que aún impera en nuestra sociedad, el panorama es bastante oscuro, y confuso a menos de seis meses de presentarnos a las urnas electorales.

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