Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Ayer algo comenté de la participación de William Brownfield en el evento realizado en el Capitolio para analizar la situación de Guatemala tras la expulsión arbitraria de la Comisión Internacional Contra la Impunidad creada a petición de los guatemaltecos por la Organización de Naciones Unidas. Pero es necesario ponerlo en su justa dimensión para medir el impacto de sus palabras, puesto que no se trata de una visión partidista sino del enfoque que a nuestra situación le da uno de los más experimentados diplomáticos norteamericanos con relación a los temas latinoamericanos.

En efecto, recientemente se retiró por voluntad propia del cargo de Subsecretario de Estado para los temas de Narcóticos y Cumplimiento de la Ley, quien casualmente fue jefe de los dos últimos embajadores de Estados Unidos en Guatemala en esa entidad conocida por sus siglas en inglés como INL. En otras palabras no sólo es experto en relaciones internacionales sino específicamente en asuntos relacionados con el crimen organizado, el narcotráfico y los esfuerzos por combatir la impunidad en nuestros países, puesto que se entiende que en la medida en que se mantenga la impunidad se alienta la operación de grupos criminales que repercuten hasta en temas de tanto interés para Estados Unidos como la migración.

Sería grave que cualquier funcionario del Departamento de Estado dijera que lo que está ocurriendo aquí es un desastre para el Estado de Derecho, pero lo es mucho más que lo diga quien ha sido encargado de promover el cumplimiento de la ley en los países amigos de Estados Unidos. INL es responsable de importantes programas de cooperación que mantienen con diversas naciones precisamente para mejorar las condiciones que permitan una lucha más certera contra el narcotráfico y el crimen organizado en general y por ello su testimonio en esa sala de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes es de mucha mayor trascendencia e importancia de lo que se pueda pensar o imaginar.

Bien harían los expertos en Inteligencia Estratégica en poner atención a sus expresiones y a las que también tuvieron algunos representantes republicanos porque se tendrían que dar cuenta que se están consumiendo muy rápidamente el capital que significa el apoyo que, con su indiferencia y silencio, ha mantenido Trump hacia el Gobierno de Guatemala como pago por la lambisconería de correr a trasladar la Embajada de Tel Aviv a Jerusalén.

Y una de las cuestiones que los mismos norteamericanos plantearon en esa actividad realizada en el Capitolio tiene que ver con el impacto que en la migración tiene la ausencia de institucionalidad en Guatemala y el efecto que tiene la corrupción en la ausencia de políticas públicas de combate a la pobreza, lo cual genera ese permanente flujo migratorio que es uno de los caballitos de batalla del mismo Trump.

Por todo ello es que ayer decía que lo de Brownfield respecto a Guatemala no podía calificarse como una percepción sino como la opinión de un verdadero experto que sabe al detalle lo que está ocurriendo aquí y por qué todo eso se convierte en un desastre para el Estado de Derecho.

Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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