Juan José Narciso Chúa
Todo ha ocurrido en estos últimos meses, desde los absurdos y fallidos intentos por parte de Jimmy Morales de descalabrar a la CICIG –visita al Secretario General de Naciones Unidas para pedir la destitución del Comisionado Iván Velásquez, declaración de non grato del mismo Comisionado, la presentación (flanqueado por militares y policías) de no renovar el mandato de la CICIG y, finalmente, la cancelación anticipada del mandato de la CICIG–, hasta las medidas administrativas de reducir los efectivos policiales a la Comisión, la negativa a otorgar las visas de trabajo a los investigadores, solicitar los vehículos asignados a la misma, el retiro de los investigadores extranjeros, la remoción total de los policías a la Comisión, hasta la carta de la Canciller Jovel al TSE para intentar romper el convenio con la CICIG.
Más allá de ello, los grupos conservadores que pregonaban a viva voz que la CICIG era una invención socialista, pasaron a la invocación de la soberanía, señalando que la CICIG era una muestra patente de intervención extranjera; así como otros la calificaron de violar la impoluta visión de la familia tradicional.
El CACIF que siempre invocaba las leyes como argumento, señaló que la CICIG se había excedido en su mandato; que se había violado el principio de presunción de inocencia; que no se había seguido el debido proceso; que se habían fabricado casos contra “personas honorables” –justamente cuando emergieron sus propios pares involucrados en sonados casos de corrupción–; que se había abusado de la prisión preventiva. En fin, que todo ello afectaba y dañaba el Estado de Derecho.
Toda esta argumentación era propia de una campaña que buscaba acabar con la CICIG; claro hoy la tienen en el exilio, con lo cual se cantoneaban momentáneamente de su triunfo; pero al final del día llegaban las pesadillas. Si, a pesar de todo. A pesar de los triunfos pírricos, a pesar de los pasos titubeantes de borracho; a pesar que todos sus corifeos consideraban que el triunfo del sistema impune y corrupto había acabado con la CICIG. En esas pesadillas recurrentes emergían las dudas, aquellas reflexiones que empezaban por: “…y qué tal si…”; “…pero y si falla el esquema…”, “…me preocupa que aparezca tal papelería…”, “…y si la persona en la cárcel cuenta aquello…” “y si regresa el comisionado…”, “y si los gringos intervienen a favor de la CICIG y nos dan la espalda…”
A partir de estas pesadillas, emerge el miedo. Retumba esta máxima en la negociación: “Cuando parece que estamos ganando, en realidad estamos perdiendo…” y el miedo continúa, porque no todo se arregla de un solo, si tenemos al Ejecutivo, al Legislativo, al PGN, únicamente esa “socialista” CC, no la conseguimos controlar. Se nos siguen sublevando todos estos grupos, está difícil la cosa, cuentan calladito entre ellos. El miedo sigue su camino, no para de asustar, no deja de provocar sudores fríos y nocturnos, no deja de producir “mariposas en el estómago”, otros se envalentonan y gritan: ¡¡¡Cuál es el miedo!!!, si siempre hemos mandado acá en nuestra fin… perdón país, pero el grito no genera adeptos, al contrario, todos se miran con desesperación, se cruzan las miradas buscando respuestas, se llaman insistentemente esperando cambios.
El miedo hoy es todo. Y no los dejará tranquilos. El enorme poeta Humberto Ak´abal nos dejó su sabiduría: “Alerta pues pueblo… es el momento de quitar la suciedad… no soltar las riendas porque el camino aún tiene pendientes… los corruptos andan detrás de los incautos, los oportunistas no descansan… que no te duerman pueblo, hay que estar alerta como los tecolotes para saber cuándo llegan los zopilotes”. ¿Premonición?, ¿dignidad y rebeldía?, todas juntas, seguro.