Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Hay quienes hablan de soberanía pero apoyan, paradójicamente, los esfuerzos por volver a la legalidad en Venezuela porque entienden que allá hay una corriente usada por gente que desea impunidad, autoritarismo y corrupción y se escudan en una falsa soberanía que no termina siendo más que entregar un país a quienes saben cómo operar el sistema en su beneficio. Lo ven allá, pero no aquí.
Nuestro Gobierno ha seguido esa línea tipo Nicolás Maduro en Venezuela y han recurrido a cuanta gente se ha prestado para el cuento. La gran mayoría de ellos tienen alguna relación con casos judiciales y hemos visto cómo, desde los más copetudos hasta los más cínicos sindicalistas, repiten la misma cantaleta de que no han hecho nada malo y que todo lo que se les sindica es una fabricación ilegal, algunos asegurando que es un tema ideológico.
Hay quienes desean regresar a la soberanía en la que para impedir un proceso judicial se arma todo un esquema que incluye usar los beneficios de las comisiones paralelas de justicia, pactando la entrega de la candidatura presidencial de un partido. Pero como se necesitan herramientas de seducción, se usó la futura elección de magistrados y el presupuesto del OJ para asegurar que un antejuicio quedara enterrado. Ahora está en manos de la Corte de Constitucionalidad (CC) y como parte de ese contexto hay que entender los ataques a la alta Corte.
Que logren el objetivo sería regresar a la soberanía en la que los policías que hacen bien su trabajo son víctimas de las componendas y vasos comunicantes de un partido con el Ministerio de Gobernación que alcanzan para que se cambien partes policiales e incluso se investigue a quienes hicieron un trabajo que de rutina pasó a ser pesadilla. Ese caso es tan representativo de la Guatemala del pasado y a la que aspiran muchos.
Desean volver al país en el que los sindicalistas actúan en su beneficio propio y usan su poder para presionar jueces y hasta presidentes, como hace Joviel Acevedo. Increíble pensar que alguien como Joviel comparte objetivos con alguna gente que se expresa de manera peyorativa de él, pero las penas han sido tantas que se han tenido que olvidar las formas.
¿De verdad queremos regresar a la Guatemala en la que participar en las Juntas Directivas o en los Gabinetes era sinónimo de poca seriedad y ausencia de responsabilidad? No mucha gente había entendido la seriedad de ciertos puestos, pues además de prestigio los mismos implican responsabilidades que no se podían obviar por mucho que nos hayamos acostumbrado a algo diferente.
¿Deseamos regresar a la Guatemala Soberana en la que la ley sirve para ser cumplida sí y solo sí me conviene, me gusta y me parece rentable? ¿Deseamos un sistema en el que todas las faltas queramos que sean temas administrativos o el financiamiento se convierta en motivo de medalla para los que lo hacen sin cumplir las formas? Eso sería regresar al país en donde prevalece la ley del más fuerte.
Sin duda alguna, hay muchas cosas que componer y todos debemos vernos para adentro, pero sin temor a equivocarme, retornar a la soberanía donde la falta del Derecho y de las leyes es la norma, no es la solución. Regresar a la Guatemala sin justicia, sin miedo al castigo porque todo se arregla con los operadores correctos, es algo que nos saldrá carísimo en el presente y será nefasto para el futuro.
Usar la soberanía como excusa, es un anzuelo que han mordido muchos. Algunos por ignorancia, pero la mayoría por necesidad y convicción.