Marco Tulio Trejo Paiz
En las últimas semanas hemos visto como a muchos guatemaltecos nos invade la violencia y la ira, eso de estar peleándonos unos con otros no trae nada bueno para la mayoría de personas y por esa razón es que debemos ser ciudadanos y no simples espectadores.
La propuesta de las modificaciones a la Ley de Reconciliación Nacional ha abierto la herida de muchos, pero debemos ser personas pensantes y ver hacia adelante y no para atrás. Se habla mucho de que lo que se quiere condenar son los delitos de lesa humanidad, pero cómo vamos a llegar a un perdón sino sanamos las heridas de ambos lados de la guerra.
Tuvimos más de 30 años de guerra, entre hermanos, esos hombres y mujeres que los pusieron a enfrentarse con las armas, por el simple hecho de que no estábamos de acuerdo con lo que pensaban unos y lo que pensaban otros. Es muy cierto que en todo ese entorno se dieron hechos que no eran aceptados, porque se marcaban mucho las diferencias entre los estratos sociales.
Pero sí creo que mantener una lucha política para cambiar lo que no nos gusta de nuestra patria, no quiere decir que nos aprovechemos de lo que hacemos y simplemente utilicemos los recursos que nos dan para beneficios personales y no de las mayorías.
Creo que todos hemos cometido errores y los seguiremos cometiendo, pero también es de sabios rectificarlos, lo que se debe procurar en este país es que Nunca Más vuelva a suceder lo que conocimos en años pasados recientes, donde ahora sabemos que fue lo que ocurrió realmente, pero también es algo que ocurrió de ambos lados.
Recuerdo en una oportunidad que estaba llegando a mi oficina y me estaban esperando unos tipos armados, unos se pararon adelante y otros atrás con armas de largo alcance, uno se me acerca a la ventanilla y me dice necesitamos su vehículo, no le vamos hacer nada a usted. En ese momento me vinieron a la mente muchas cosas, pero no me quedó de otra que bajar del auto para entregarlo.
Uno de los hombres me dice, se lo vamos a devolver, no tenga pena, pero nos va servir para fines de la organización. Entonces allí empecé a saber que eran militantes de la guerrilla que querían mi vehículo. Al paso de los días apareció y me dejaron el automotor cerca de mi residencia y las llaves donde me las habían ofrecido.
La camioneta Nissan, cuatro puertas, roja había sido utilizada para secuestrar a un colega muy apreciado por mi persona, su nombre: Álvaro Contreras Vélez, cofundador del diario Prensa Libre, donde trabajé por muchos años, junto a las cinco familias que dejaron una vida para tratar de formar opinión pública en este país.
Entonces la guerrilla también cometió una serie de hechos, unos más pequeños que otros, pero cometieron muchos delitos y eso es lo que uno crítica, esas cosas que solamente se pueden hacer al margen de la Ley, en la clandestinidad.
Ese es el argumento de muchos militares, quienes aseguran que ellos únicamente velaron por mantener el orden constitucional y por eso lucharon la guerra de guerrillas, con el fin de no entregar el país al comunismo, aunque creo que estos comandantes guerrilleros no eran de esos, eran juguetes de Mattel, quienes vivieron todo el tiempo en hoteles cinco estrellas y solamente se dedicaron a dar órdenes de secuestros, asesinatos, extorsiones, en fin un sinfín de hechos que han quedado en el limbo. Por eso se hace necesario que la justicia sea justa y no selectiva.