Cartas del Lector

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Edgar Villanueva

Hace algunos días leí un intercambio entre dos economistas guatemaltecos, uno indicaba que el desarrollo del país pasaba por cambiar de un sistema con enfoque agrícola por uno volcado a la manufactura ligera y el otro por un cambio enfocado en el mercado de servicios (desde telefonía hasta turismo). Me pareció muy curioso que ambos hablaban de la necesidad de sustituir y me recordé de una conversación que tuve con un amigo hace unos meses, donde me hablaba de la convivencia posible entre el sector agrícola actual y otros sectores para potenciar el desarrollo del país, con lo cual coincido plenamente.

La posición de los dos economistas, aunque no profundizaron en el tema específico de esta columna, es una posición común en los guatemaltecos, para mejorar algo, hay que cambiarlo totalmente. Somos los reyes de las reformas y creemos que todo lo que no funciona seguramente funcionará haciendo todo lo contrario (método con comprobado bajo porcentaje de éxito). Nuestra fórmula de desarrollo económico no queda inmune a la reformitis, porque si hemos estado funcionando bajo un sistema “capitalista”, sobran quienes consideran que un golpe de timón es la solución. En mi opinión, debemos modificar la idea de sustituir por afinar, ampliar y/o diversificar.

En el sector del Agro tenemos muchos ejemplos, pues hay quienes consideran que hay que sustituir los cultivos considerados tradicionales por otros o por otras actividades más enfocadas en la industria, como si fuera un proceso que se hace de la noche a la mañana. Considero que debemos de procurar un abordaje en paralelo que permita mantener los cultivos, que generan empleos y pagan impuestos, e impulsar su modernización y competitividad. Al mismo tiempo, podríamos diversificar productos agrícolas para exportación y generar el alimento que se necesita en el país, Centroamérica, México y EE. UU. (dos de los diez países más poblados del mundo están en nuestro vecindario cercano). En paralelo, se pueden promover las inversiones industriales, de manufactura ligera y/o de servicios y generar una sana convivencia entre diversos sectores productivos, que generen empleos dignos para una mayor cantidad de guatemaltecos.

De hecho, Guatemala ha iniciado la diversificación y vemos importantes extensiones de terreno sembradas de bayas (berries), de mini vegetales o de flores. Posiblemente estamos en deuda con el paralelismo de la incentivación de un sector industrial o de manufactura ligera más fuerte, y en el contexto judicial actual con respecto a inversiones, veo ese horizonte alejándose.

Sin embargo, no debemos descartar la posibilidad de estimular todas las actividades productivas en paralelo. Así como nos favorece que crezcan las agroindustrias “tradicionales”, así nos interesa que se diversifiquen las exportaciones y que se instale en el país la industria de manufactura ligera y más industrias e inversiones extrajeras. Todo puede pasar al mismo tiempo, y ayudaría a seguir desarrollando el país y a generar empleos para más guatemaltecos. La clave está en los incentivos que se propongan, el fortalecimiento de las instituciones y una mentalidad de suma y no de suma cero.

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