Amy Goodman y Denis Moynihan
La decisión de Netflix de censurar un episodio de la serie del comediante Hasan Minhaj, bloqueando su acceso dentro de Arabia Saudí, tiene implicancias que se extienden mucho más allá de las fronteras de la dictadura saudí. “Patriota no deseado con Hasan Minhaj” es una serie televisiva producida por la plataforma Netflix, que presenta los comentarios del joven comediante musulmán-estadounidense sobre noticias y temas de actualidad. Entre los temas que se trataron en la primera temporada del programa el otoño pasado se encuentran la acción afirmativa, la gigante corporativa Amazon, el petróleo, las políticas sobre inmigración y, en el episodio estrenado el 28 de octubre, asuntos relacionados con Arabia Saudí.
Este episodio salió al aire en medio del escándalo generado en torno al asesinato y desmembramiento del periodista de origen saudí Jamal Khashoggi, columnista del medio The Washington Post, ocurrido dentro del Consulado de Arabia Saudí en Estambul, Turquía, el 2 de octubre del año pasado. Días antes de que saliera el segmento, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, en una conferencia de inversores en Riad que fue ampliamente boicoteada debido a su conexión con el brutal asesinato, declaró que era un “crimen horrendo e injustificable”. Al día siguiente, el fiscal general de Arabia Saudí admitió que el asesinato había sido premeditado. Esto no hizo más que aumentar la presión internacional hacia Arabia Saudí y Mohammed bin Salman, con llamamientos bipartidarios en el Congreso de Estados Unidos para detener la venta de armas al reino. Según se ha informado, la CIA confirmó que Mohammed bin Salman ordenó personalmente el asesinato.
El Departamento de Estado de Estados Unidos, en su informe anual de 2017 sobre prácticas de derechos humanos en Arabia Saudí, señaló específicamente que Khashoggi se había “autoexiliado” de su país de origen porque “en 2016 las autoridades presuntamente le habrían prohibido escribir, aparecer en televisión y asistir a conferencias como resultado de comentarios que se interpretaron como una crítica al presidente de Estados Unidos”, en referencia al presidente Donald Trump.
En el episodio censurado, Minhaj implica al príncipe heredero Mohammed bin Salman y señala la estrecha relación que este mantiene con la familia Trump, especialmente con el yerno de Donald Trump, Jared Kushner: “Mohammed bin Salman se quedó sorprendido por toda la indignación que causó el asesinato de un periodista. Según [el periódico] The Wall Street Journal, en una llamada telefónica que mantuvo con Jared Kushner, Mohammed bin Salman preguntó: ‘¿Por qué la indignación?’. Y, francamente, la confusión de Mohammed bin Salman es completamente comprensible. Durante años se ha salido con la suya con este mismo tipo de m**** autocrática, casi sin ninguna reacción de la comunidad internacional”.
El periódico Financial Times reveló la censura de Netflix en un artículo publicado el día de Año Nuevo, donde informó que Netflix respondió a una solicitud del gobierno saudí porque el contenido del episodio “supuestamente violaba la ley contra el crimen cibernético del reino”. El periódico cita la ley en cuestión, que prohíbe la circulación de “material que afecte el orden público, los valores religiosos, la moral pública y la privacidad, a través de redes de información o computadoras”, con penas de hasta cinco años de prisión y una multa de 800 mil dólares.
El monólogo cómico de Minhaj, con un guion totalmente cuidado y preciso, cubre una amplia gama de críticas a Arabia Saudí, que incluyen el asesinato de Khashoggi, pero también la represión generalizada contra la disidencia interna en el reino, las restricciones a los derechos de las mujeres y, con un detalle rara vez escuchado en los medios de comunicación hegemónicos estadounidenses, el bombardeo de Arabia Saudí a Yemen apoyado por Estados Unidos y la crisis humanitaria resultante. Según cifras recientes de Naciones Unidas, casi 16 millones de personas en Yemen padecen hambre, y esa cifra pronto podría aumentar a 20 millones, de una población total de 22 millones. La organización Save the Children estimó el año pasado que 85 mil niños habían muerto de inanición o enfermedades relacionadas con la desnutrición, pero ese número ya está desactualizado, ya que siguen surgiendo diariamente informes desde Yemen de niños que mueren de hambre.
Netflix es una potencia mediática global, con más de 130 millones de suscriptores pagos en más de 190 países. Lo que la plataforma elige producir y publicar, y lo que elige censurar, puede tener un enorme impacto. En un comunicado, Netflix expresó: “Apoyamos firmemente la libertad artística en todo el mundo y eliminamos este episodio solo en Arabia Saudí tras recibir una demanda legal válida de parte del gobierno, y para cumplir con la legislación local”. ¿Válida?
El episodio, aunque no está disponible en la plataforma de Netflix en Arabia Saudí, todavía se puede ver en YouTube. Hasan Minhaj tuiteó con sarcasmo: “Claramente, la mejor manera de evitar que las personas vean algo es prohibirlo, convertirlo en tendencia en internet y luego dejarlo colgado en YouTube”. Su tuit continúa: “No olvidemos que la actual mayor crisis humanitaria del mundo está ocurriendo en este momento en Yemen”, con un enlace para hacer donaciones al Comité Internacional de Rescate. Netflix debería avergonzarse y revertir su decisión. Censurar comentarios sobre crímenes de guerra y hambrunas generalizadas, a petición de un dictador, no es ninguna broma.