Fernando Mollinedo C.
En el espectro de la ciencia política, el ideal de los pueblos es tener gobiernos que impulsen el desarrollo integral para todos los estratos económicos y sociales que integran un país.
Para el efecto, la medida democrática ha sido realizar elecciones generales para contar con representantes de los intereses de la mayoría y se lucha por ello; se inventan plataformas ideológicas que supuestamente contienen las aspiraciones filosóficas, materiales, religiosas e intelectuales de los electores.
Blanco y negro son las posiciones ideológicas que los grupos mayoritarios (partidos políticos) exhiben como anzuelo para captar los votos que los lleven al poder; para ello se manifiestan enfrentamientos intestinos en ambas corrientes políticas con la purga de algunos de sus integrantes por haber enfrentado de manera abierta a los jefes, secretarios generales o dueños de esas organizaciones electoreras.
En nuestro país el famoso balance de poderes políticos (representación casi igualitaria en los órganos de decisión) ha sido corrompido por la compra en QQ, $$, cualquiera bien mueble o inmueble o por las amenazas contra la vida; asignándole el término de transfuguismo voluntario y justificando migrar a otra ideología más democrática con los intereses de la población.
La corriente ideológica de izquierda supuestamente de tendencia social al igual que los partidos de derecha y como en todas las religiones, tienen sus grupos y grupúsculos internos de oposición; los cuales disienten con su orden establecido, pues desean que prevalezcan sus ideas sobre otras y, al rebelarse ya no compactan ideológicamente al grupo y ocurre la fragmentación.
Desde que tenemos conocimiento histórico, Guatemala ha sido manejada y dirigida por personas que representan y están al servicio del conservadurismo, es decir, de los intereses capitalistas de los dueños del país (agroexportadores, industriales, comerciantes, banca, terratenientes), uno o dos suspiros políticos democráticos se vivieron y luego la misma historia hasta el día de hoy que leemos estas letras.
Desde la conquista española, la población fue sojuzgada y sigue explotada por quienes mantienen el salario mínimo insuficiente, la explotación campesina y obrera urbana como su privilegio de riqueza. Supuestamente sus defensores (la izquierda) no ha tenido la suficiente inteligencia (aunque ellos creen serlo) para conformar un bloque ideológico maduro, congruente y con visión de país pues no convergen en un punto del cuadrante ideológico, circunstancia aprovechada por sus rivales políticos para seguir imponiendo sus condiciones feudales de producción y sometimiento humano al trabajo mal pagado en todas sus disciplinas.
La participación de la izquierda en las elecciones generales es incierta; el pretexto ya no es José Stalin ni Carlos Marx; es el desmedido afán personal por ostentar liderazgos, merecidos o inmerecidos, o sea, figurar a puro huevo como el mejor de los traiditos. Lástima por la población que, otra vez, se quedará sin la representación política que sirva de balance contra los intereses conservadores.