Juan Antonio Mazariegos

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Abogado y Notario por la Universidad Rafael Landívar, posee una Maestría en Administración de Empresas (MBA) por la Pontificia Universidad Católica de Chile y un Postgrado en Derecho Penal por la Universidad del Istmo. Ha sido profesor universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar en donde ha impartido los cursos de Derecho Procesal Civil y Laboratorio de Derecho Procesal Civil. Ha sido y es fundador, accionista, directo y/o representante de diversas empresas mercantiles, así como Mandatario de diversas compañías nacionales y extranjeras. Es Fundador de la firma de Abogados Alegalis, con oficinas en Guatemala y Hong Kong, columnista del Diario La Hora y Maratonista.

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Juan Antonio Mazariegos G.

El inicio de cada año trae consigo una suerte de oportunidad implícita, un nuevo comienzo, sin importar que es lo mismo cambiar de 31 de mayo a 1 de junio; el 1 de enero acapara como pocas fechas a nivel mundial la imaginación de las personas, se hacen ceremonias o rituales, se desea suerte, felicidad, prosperidad, salud y se realizan cábalas o se cumplen viejas tradiciones, todas con el propósito de dotar al nuevo ciclo que inicia de los mejores deseos o las mejores oportunidades, como si mucho de lo que va a suceder no dependiera de lo que cada uno realice a fin de conseguir sus objetivos.

La ansiedad por el futuro, sea para el año que inicia o para el resto de nuestra vida, parte de la preocupación por el destino que nos aguarda, intentamos eliminar la incertidumbre que causa aquello que no podemos ver, y prever. Hoy hay hasta una ciencia, un arte o un embuste, según quien lo defina o en que se basa, que pretende, valiéndose solamente de métodos científicos y racionales, identificar y evaluar los sucesos futuros posibles, probables y deseables. Por supuesto la lectura de la mano, de las cartas o de una bola de cristal, la clarividencia, los presentimientos y cualquier práctica esotérica se alejan de la ciencia y se acercan a las creencias de las personas, pero todo al fin, buscan también encontrar una respuesta a aquello que nos depara el futuro.

Por supuesto hay un futuro particular y uno común, la mayoría tendemos a escudriñar o a tratar de averiguar el de nuestro entorno cercano, dejando a un lado y para “los expertos” aquel que tiene que ver con la sociedad, con lo colectivo, eso siempre resulta más previsible o cuando menos, simplemente esperamos que no se den en el mismo sobresaltos mayores que afecten nuestras vidas.

Se dice también que hay dos grandes corrientes de pensamiento en relación al futuro, la primera que considera un solo futuro, estático, casi inexorable o matemáticamente calculable a través de la proyección de las tendencias y los patrones de cambio del presente, y que es “nuestro destino”, ya está allí y sólo es cuestión de tiempo llegar a él; y la otra corriente que considera diversos futuros posibles y que, mediante la identificación de posibilidades y probabilidades, propone acciones alternativas que nos llevarán a un futuro mejor, buscando que nos lleven a través de nuestras decisiones y conocimientos a donde voluntariamente más cerca de a donde queremos llegar.

Cualquiera que sea su opinión sobre el futuro o la futurología, son tiempos de pensar en ello, ya nos llegará otro diciembre y haremos remembranzas del pasado y un análisis de cómo nos fue en el año que nuevamente terminará. No deje de hacer algo por mejorar su futuro, el de los suyos y el de nuestra sociedad, puede ser que solo crea en el destino pero nunca está de más darle una mano. Feliz Año Nuevo.

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