Juan José Narciso Chúa
Se concluye un ciclo anual, con ello el 2018 ya es historia y los guatemaltecos terminamos, probablemente, uno de los años más complejos para nuestra sociedad. Seguramente no fue caracterizado por el fenómeno de la violencia, un hecho que ya es crónico para nosotros, tampoco fue porque el año se haya visto agudizado por las condiciones de pobreza y pobreza extrema pues las mismas persisten, así como se amplió la brecha de desigualdad en el país; e igualmente no fue que el mismo se haya matizado por un deterioro de la institucionalidad pública y política, para nada, todos hemos sido testigos del deterioro profundo de la esfera política; en donde el Congreso de la República constituye el espacio más ominoso; pero igualmente, la vergüenza mayor se centró en el Presidente de la República, quien con sus actos perversos, su desempeño caracterizado por la ignorancia, el cinismo, la intolerancia y la incapacidad conllevaron a un desastre a toda la institucionalidad del Ejecutivo.
El punto más álgido que muestra el deterioro de todo el sistema político, es difícil de precisar, pues son muchos, pero sin duda, el anuncio de terminar el período de la CICIG con un mandatario rodeado de militares y policías, constituyó un momento de notable desvergüenza y poses de dictadorzuelo; luego su alineamiento abierto al Pacto de Corruptos, ha sido la constante desde hace ya varios meses, con lo cual ha afectado todo el tejido social, pues se le perdió el respeto al Ejecutivo en pleno, así como a la figura presidencial, principalmente las figuras de la torpe canciller y el neofascista ministro del interior.
La institucionalidad pública, por lo tanto, cayó en ese proceso paralizante y de deterioro que determinó el propio equipo gobernante y su perverso e ignorante mandatario, para dedicarse a destruir a la CICIG, controlar el MP y erosionar a la CSJ, para luego buscar bloquear y afectar a la CC.
En el Ejecutivo, todas las instituciones entraron en una inercia paralizante que provocó, como característica general, una baja ejecución presupuestaria, lo cual sumado a una poca visión estratégica e igualmente al enfrentarse a un rechazo constante de los funcionarios para ser parte de “concursos de cotización o licitación”, produjo una situación que terminó por conducir a un Gobierno sin rumbo.
En lo económico, no fue de miel sobre hojuelas, la desaceleración económica hizo mayor desgaste de la actual administración, así como no favoreció la inversión, ni generó efectos positivos en el desarrollo. Contrariamente, las instituciones responsables de la conducción económica, como el Ministerio de Finanzas Públicas y el Banco de Guatemala, cayeron en el marasmo del Ejecutivo, al igual que el Ministerio de Economía, que únicamente buscaban sin sentido, hacerse aliados de la cúpula del CACIF y dóciles a las élites. El CACIF, por conveniencia propia, terminó aliándose al Pacto de Corruptos, acuerpando cobardemente al mandatario y su persistencia en contra de la CICIG. Igual grupos de empresarios diferentes unidos alrededor de expresiones como la Cantina fueron sujetos de atropello por parte del propio CACIF, pero, en todo caso, emergieron nuevos grupos de empresarios conscientes de las transformaciones políticas del país.
El 2019 se pinta más difícil, con una oferta electoral paupérrima y deslegitimada. Feliz Año 2019.
Hoy me entero del fallecimiento de Edelberto Torres-Rivas, un viejo y querido amigo de grandes luchas por este país. Descansá en paz, querido Edelberto, hasta siempre Viejo.