Danilo Santos
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La Corte de Constitucionalidad será vital en el futuro inmediato y si no hace valer su independencia y la autoridad que le brinda la Constitución, habrán vencido los corruptos nuevamente. Aquí ya no se trata de nombres propios ni una Comisión de Naciones Unidas, se trata de si es real esta idea de democracia e institucionalidad con la que tienen paralizados a muchos guatemaltecos y guatemaltecas que cada cuatro años se encantan solo para desencantarse nuevamente, y esperar la nueva panacea.
Es un hecho que hay una crisis política en el país causada por la injerencia, sí, pero la injerencia de un Órgano del Estado sobre una Corte cuya función esencial es la defensa del orden constitucional. El presidente Morales ha llegado a decir que la Constitución lo “…faculta a no obedecer órdenes ilegales…”, refiriéndose a las resoluciones de la CC respecto al lío personal que tiene con el comisionado Velásquez. También ha dicho que nunca tomará decisiones que violen el orden constitucional, sin embargo, al no acatar las resoluciones del máximo órgano constitucional está haciendo precisamente eso. Sus titiriteros solo le leen los párrafos del texto constitucional que les conviene; lo están metiendo en un problema del que no podrá salir, tarde o temprano, tendrá que enfrentar las consecuencias de sus actos.
De momento, la sobreactuación del Presidente es harto repugnante, dañina y vulgar. Él ya se va, y puede más su miopía e intereses particulares que las necesidades de un país hundido en una pobreza vergonzante. Sus decisiones nos afectarán desde el resultado electoral el próximo año, los próximos cuatro luego de las elecciones y, puede que esté sirviendo de herramienta para establecer las bases de lo que nos afectará por décadas.
Detrás de toda esta novela, cuya trama se ha basado en la injerencia extranjera y la soberanía, está la defensa de las raíces de la corrupción, ya ni siquiera lo que se ha destapado hasta la fecha y sus responsables, sino la profundidad del latrocinio y los “respetables” nombres que estarían vinculados a él. Por otro lado, también se encuentra la propia razón de la petición de apoyo a Naciones Unidas para que instalara en el país una Comisión sui géneris, que ayudaría a combatir la impunidad en Guatemala, que desde el propio Estado no se podía hacer por la cooptación del mismo. Es decir, el fondo de todo ese culebrón es volver al lugar donde estábamos con el gobierno Patriota: con la cosa pública controlada por mafias.
Lamentablemente el presidente Morales encarna fielmente lo mal que estamos como sociedad y la manera en que funciona exitosamente el embrutecimiento, el miedo y, el dejar hacer, dejar pasar. Resumen a la clase política actual: cínica, inescrupulosa y falaz.
Si la CC no está a la altura de las circunstancias; los representantes del “Pacto de Corruptos” que han logrado convencer a los padrinos conservadores estadounidenses sobre su lealtad y su compromiso en la región, tomarán las riendas de una nueva época que será de un enfrentamiento brutal.