En Guatemala no todas las instituciones han ido siempre de retroceso y un caso digno de mención es el de la Policía Nacional Civil que había dado pasos importantes en la dirección correcta para el mejor cumplimiento de sus fines, lo que se reflejaba en el trato con los ciudadanos que, al llegar a un retén, no sentían el temor que se vuelve a sentir ahora por la forma prepotente y abusiva con que se comportan muchos de los agentes que han dejado atrás esa mística de servicio y de identificación con la comunidad. En un conglomerado tan grande siempre ha habido y habrá personal que incumple las leyes y las normas internas de la institución, pero en la medida en que la cúpula de mando dio ejemplo y se aplicaron las sanciones correspondientes, el cambio se hizo sensible.

Hemos vuelto a épocas pasadas en las que un retén era el riesgo inminente de que algo le fuera planteado al ciudadano corriente y en este fin de semana recibimos denuncias de cómo los agentes bajan a los automovilistas para hacerles cacheos intensos y mientras eso ocurre otros agentes abren las guanteras de los autos, revolviendo papeles y escarbando bajo los sillones y alfombras aún en autos tripulados por parejas con niños.

Los retenes, además de violentar derechos constitucionales, se han mostrado ineficientes porque es fácil evadirlos al notar su presencia y porque generalmente son colocados en lugares habituales. Entorpecen el tránsito que ya es tan complejo en estas fechas y su falta de eficacia se puede comprobar con las estadísticas de los resultados. Mucho más ayudarían patrullajes en lugares donde se sabe que se cometen los asaltos que afectan cotidianamente a la población, y sería mucho mayor el impacto contra el crimen una fuerza de movilización rápida capaz de disuadir a los criminales.

Son rarísimos los lugares del mundo donde una persona encuentra retenes policiales deteniendo a medio mundo precisamente porque el costo beneficio de la operación la hace desaconsejable, salvo en lugares donde lo que se pretende es amedrentar a la ciudadanía con esa absurda e inútil presencia policial.

Cualquier persona con conocimientos de seguridad ciudadana sabe que los retenes policiales son útiles únicamente cuando los agentes están buscando algo en concreto y en lugares por donde se supone que será el tránsito específico de acuerdo con los servicios de inteligencia. Lo demás es payasada, pérdida de tiempo y molestia para los ciudadanos honrados, agravada ésta cuando el comportamiento del agente es agresivo y no se denuncia porque no hay confianza en los mismos mandos.

Redacción La Hora

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