Fernando Mollinedo C.
La inseguridad: Talón de Aquiles de cualquier administración gubernamental en Guatemala. No saben cómo evitarlo y mucho menos quitárselo de encima. ¿Se siente usted seguro en la capital y en cualquiera otro lugar de la República? ¿Considera que las actuales autoridades tienen la capacidad para velar por la protección de los ciudadanos y sus bienes?
La respuesta a las anteriores preguntas podría ser: “me siento más inseguro que ayer”; la población sigue manifestando la paranoia que los acompaña al caminar por la calle, dentro de su automóvil, conduciendo su motocicleta, cuando se acerca a un cajero automático, cuando deja su auto estacionado en la calle y cuando se conduce en el transporte público de pasajeros, sea este urbano o extraurbano.
La población vive en un estado de prevención y alerta amarilla permanente; la desconfianza, temor y suspicacia promueven el desarrollo de su psicología personal al efectuar un sociograma inmediato de las personas que van o vienen de acuerdo a su vestimenta, mirada, modo de caminar, vocabulario y gesticulaciones, y de esa manera determinar de forma preventiva el grado de peligrosidad al que pudiera enfrentarse. A ojo de buen cubero podría decirse que un 90 por ciento de personas sienten miedo incluso en sus hogares.
¿Confía en la capacidad profesional de la Policía Nacional Civil, la Guardia de Presidios, la Policía Municipal, la Policía de Tránsito, la Policía Municipal de Tránsito, la Policía Diprona, la Policía privada de las agencias bancarias y de tantas otras? Pues ellos son quienes por la naturaleza de su institucionalidad quienes deben cuidar a la población. Sin embargo… usted tiene la última palabra con base en su experiencia de vida para determinar el grado de confiabilidad que se merecen.
La ausencia de acción pública para prevenir toda forma de violencia; es real y resulta raro ver policías efectuando rondas, caminatas o vigilancias perimetrales, eso quedó como un recuerdo. Es necesario y urgente elaborar afiches divulgativos de los derechos y obligaciones sociales y del debido respeto a las leyes; tal vez de esa forma disminuya la escalada de criminalidad organizada, desorganizada, privada y gubernamental que prevalece en la sociedad.
La ineficacia de las dependencias de seguridad aflora por las múltiples carencias y necesidades materiales y de profesionalización que no son atendidas por las autoridades obligadas a satisfacerlas; por ello, en la mayoría de casos actúan con su lógica común para resolverlos, pero, desconocen los procedimientos y aplicación de la lógica jurídica mínima para realizar tales trabajos.
Por eso, debemos articular nuestro plan personal de defensa en caso de sentir algún peligro al estar fuera de casa; cuidarnos es requisito mínimo para sobrevivir en esta selva delictiva; lo cual no es egoísmo, tenemos que cuidar también a los chapines que vienen a pasar las fiestas a su tierra y a los turistas, evitando que se les cometan delitos y en especial que los propios servidores públicos no cometan abusos en su contra pues hay muchos policías que en estas fechas hacen su verdadero agosto.