Roberto Arías

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Nació en la ciudad de Guatemala el 5 de mayo de 1942. Especializado en asesoría en comunicación, con especialización en medio ambiente. Estudió Comunicación en la Universidad de San Carlos de Guatemala y posee un postgrado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales – FLACSO, así como un postgrado en Forestería y Medio Ambiente de la Universidad de Auburn, Alabama, EEUU. Ha conducido programas de radio y televisión, entrevistando a personalidades nacionales e internacionales.

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Roberto Arias

Como pudimos ver en nuestro artículo anterior, la autodestrucción de las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York, por el mismo gobierno de Estados Unidos dirigido por George Walker Bush hijo de George Herbert Walker Bush, fue con la finalidad de “enarbolar la bandera en defensa de la seguridad y la paz” y justificar cualquier acción en contra del país que éstos quieran invadir políticamente o por la guerra.

Así, la invasión de Afganistán quedó justificada por los ataques a las Torres Gemelas o, la invasión de Irak por el potencial peligro que supone el régimen iraquí para la seguridad nacional de Estados Unidos.

La defensa de la seguridad nacional de los Estados Unidos, acaba legitimando la toma del poder por parte de las fuerzas armadas y la violación sistemática de los derechos humanos. Las guerras que buscan la seguridad y la paz mediante la dispersión del miedo, han sido inducidas por la conveniencia de tener siempre un enemigo. Se ha logrado que gran parte de la población occidental esté excesivamente atemorizada por la amenaza terrorista. Así, ha crecido un odio hacia algunos grupos étnicos y determinados países que difícilmente va a poder ser superado.

Por medio de mentiras y permanentes ataques mediáticos, la sociedad occidental ha permeado el mensaje que gobernantes o grupos interesados quieren transmitir: Venezuela es mala. Irán es malo. Los musulmanes son sospechosos. Hay que aumentar el gasto militar. Hay que estar preparados. Lo más importante es la seguridad nacional. Estamos en peligro. Cuba es mala. Corea del Norte nos quiere aniquilar. Hay que intervenir en Afganistán. Hay que intervenir en Libia. Hay que intervenir en Siria. Hay que tener más armamento. Debemos combatir el Eje del Mal… etc.

Como dijo Joseph Goebbels: “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Y así funciona la política del miedo, que, además, consigue su objetivo al promover el odio en su país y en el país enemigo.
Actualmente los argumentos falsos son el terrorismo y el crimen organizado, que no funcionan sin la connivencia del sistema financiero manejado desde los ejes del poder global.

El odio fundamenta y exalta los conflictos bélicos. ¿A quiénes interesa que haya odio en el mundo? ¿Quiénes ganan cuando hay una guerra?

Mediante los procesos de la política del miedo no sólo se convence a la población de que es preciso hacer la guerra a algún país o invadir un territorio. Con el miedo, los interesados alcanzan sus objetivos políticos y económicos. Si un gobierno o un sector político quieren que la población apoye una decisión vital, lo mejor es hacer creer a las personas que esa decisión es la correcta. Y, ¿cómo se consigue eso? Divulgando la idea de que no tomar esa decisión es nefasto.

En Guatemala, desde 1954 la gente vive con terror… en pánico. No se ha recuperado del asqueroso golpe asestado por la CIA y el gobierno de los EE. UU. en ese año, dándole un seguimiento que ha torcido política, social y económicamente al país y… la población permanece con los ojos cerrados.

Continuará.

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