Javier Monterroso
En el kilómetro 19.5 en la ruta hacia Pavón se encuentran una serie de colonias y condominios muy bonitos, pero hay uno particularmente ostentoso, uno que sólo tiene dos mansiones de un lujo increíble para un país como Guatemala; en este condominio viven el conocido pastor evangélico Cash Luna y su vecina Marllory Dadiana Chacón Rosell, actualmente extraditada en Estados Unidos donde cumple una condena por narcotráfico. Esta semana. la cadena de televisión estadounidense Univisión lanzó un reportaje sobre el involucramiento del pastor evangélico con la señora Chacón Rosell, afirmando que éste había recibido importantes cantidades de dinero de ella, el pastor ha negado los hechos y la iglesia Casa de Dios, a la que el pastor pertenece, ha interpretado el reportaje como un ataque hacia la fé (sic.) y ha solicitado a la cadena de televisión que rectifique la noticia. Hay que tomar en cuenta que Cash Luna es un pastor conocido en toda América Latina y que Casa de Dios es una de las mega iglesias más grandes de Guatemala, que cuenta con miles de seguidores.
El narcotráfico es un fenómeno criminal de carácter mundial, como todo mercado lícito o ilícito contiene un entramado de relaciones complejas donde existen productores, distribuidores, consumidores y financieros. Los productores son quienes cultivan la droga y la procesan si esta es de origen natural, o quienes la crean combinando productos químicos en laboratorios si es de origen sintética. Los distribuidores son los encargados de transportarla desde los países productores (Colombia, Venezuela y Bolivia en el caso de la cocaína, Afganistan, México, Guatemala en el caso de la amapola, China en el caso de los precursores químicos), hacia los países consumidores, principalmente Estados Unidos y países europeos, en donde también las reparten en las discotecas, bares, universidades, escuelas, en las calles y en cualquier parte en donde la requieran los consumidores. Y finalmente en la cadena existen también los que se encargan de “lavar” el dinero proveniente del narcotráfico, esta es una actividad muy compleja, pues al ser dinero de origen ilícito debe ponerse en circulación para evitar sospechas sobre su origen, evitando en la medida de lo posible que pase por el sistema bancario formal, para ello los lavadores invierten el dinero en inmuebles, ganado, loterías, turicentros, ventas de vehículos. Las iglesias pueden ser usadas también para lavar dinero, pues al estar exentas de impuestos no son fiscalizables por las autoridades del Estado y reciben una gran cantidad de diezmos o donaciones de sus feligreses, muchas veces en efectivo.
Aproximadamente el 90% de la cocaína que va desde Suramerica hacia Estados Unidos pasa por Guatemala, eso es una enorme cantidad de droga y dinero. Es por ello que el narcotráfico en nuestro país no solo se ha infiltrado en algunas iglesias, sino también practicamente en cada institución del Estado, han financiado campañas políticas de presidentes, diputados y alcaldes, ha corrompido jueces, fiscales y policías, existen muchas zonas del territorio nacional, incluso en las ciudades, donde el narcotraficante controla la seguridad y el ingreso de las personas. Y a pesar de que en los últimos años muchos de los principales narcos han sido extraditados a los Estados Unidos para enfrentar la justicia de ese país, el fenómeno se mantiene, y es que mientras existan consumidores que requieran la droga, el mercado seguirá existiendo. La única forma de evitar la violencia, corrupción y el lavado de dinero proveniente del narcotráfico es legalizando el consumo de droga a nivel mundial.