Cartas del Lector

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René Leiva

Zeuthov, Uri Ebenezer, nació en Varna, muy joven, después de la Segunda Guerra Mundial, espió para la CIA –Agencia Central de Inteligencia del imperio yanqui, la más antigua y poderosa organización terrorista del mundo—y para el Mossad, delató a sus compatriotas búlgaros, complotó contra su propio país, durante treinta años viajó de Sofía a Washington y Jerusalén con un promedio de veinte viajes mensuales. Un día, en las cercanías de Ruse, arrojóse al bello Danubio azul con lingotes de oro en los bolsillos y un ejemplar de “Lunas de Mercurio” de Zhan Vunedov.

Zirión Acatén, Domingo, gestado y nacido en el hacinamiento familiar y vecinal, supo satisfacer su hálitofagia congénita entre la muchedumbre de calles, mercados, auditorios, manifestaciones públicas, aglomeraciones diversas. Acercábase a alguien y hablábale de cualquier cosa, a escasa distancia, para aspirar su hálito alimenticio, un tanto diluido en el ambiente, pues el hábito y la necesidad diéronle el talento y la destreza para absorber y metabolizar su único sustento de por vida, casi sin incitar suspicacias, con la prudencia debida.

Zumalacárregui Goicoechea, Abelino, vecino de Manila, murió de conmoción múltiple al avistar sin ninguna protección visual un eclipse de Mercurio, cuando Venus se interpuso entre Urano y Plutón, fenómeno singular que ocurre cada tres millones de años terrestres.

Zumárragagointia y Bencerreicolea, José, político y estadista tártaro, gobernador de Oliekminsk, en Siberia. No obstante su tartamudez y miopía, ordeñaba cabras y practicaba tiro al blanco con la ballesta. Casó con Oleika Buzzna.

Zutino de Chamá, pintor, escultor, arquitecto y fotógrafo, dejó dicho que una mujer desnuda y desconocida, de aparición fugaz y devuelta a su ausencia, es la mayor de las maravillas, el mayor de los milagros, la mayor de las reiteraciones que exacerba la naturaleza, el mayor de los misterios, la mayor de las carencias, el mayor de los desamparos.

Zuviri, Nina, hastiada, temerosa, inerme e impotente ante el asedio, el tenaz entrometimiento de la niña que fue, avergonzándola e irritándola, incluso en sueños y durante pausas inconscientes, con viejos miedos, preguntas fútiles, caprichosos deseos, decidió llevarla al bosque lejano, jugar allí a las escondidas hasta que oscureciera y volver sin ella, pero dióse cuenta muy tarde, pasados los años, que la perdida fue ella, que nunca logró salir del bosque lejano.

Zweig, Aníbal, cerebro de la conspiración contra Eulogio VII y cabecilla del Motín de las Trece Campanas, en el que murieron 20,000 supernumerarios. Fue decapitado y su cabeza arrojada a los escorpiones. Existieron al menos dos excelentes biografías suyas, una escrita por Michelet y otra debida a la pluma de Carnavalli.

(Fin de la Primera Parte)

(Ante la ingente cantidad de personas que desean, necesitan, exigen, creen merecer su rescate del olvido, incluso desde tiempos prehistóricos, notifícaseles que este Diccionario Biográfico tiene limitaciones de todo orden que prolijo sería enumerar aquí. No obstante, nuestros investigadores y redactores continúan con el acopio y ordenamiento propuestos. Nuestra intención y la del profesor Enescu ha sido presentar apenas una muestra que de ninguna manera agota el enorme, infinito universo del olvido. El olvido comienza en el futuro; río de corriente inversa. Los Editores.)

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