Juan José Narciso Chúa

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Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

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Juan José Narciso Chúa

Para los guatemaltecos el presente año casi culmina, arriban ahora los vientos de la Navidad, acompañados por los lindos cielos de noviembre, sin duda una época agradable para el reencuentro con amigos, para la reunión con la familia, en fin, un paréntesis que abre muchas expectativas aunque también significa el balance de un año sumamente complicado.

Este año significó desaciertos gubernamentales, no se puede hablar bien de un régimen comprometido con la corrupción y la impunidad, tampoco de un mandatario que sólo genera rechazo. A ello hay que agregar un Congreso lleno de indeseables, más un grupo de empresarios conservadores que busca mantener sus niveles de poder y renta. Todo ello configuró el Pacto de Corruptos, que se encargó de ser la vanguardia de una lucha que privilegió el desmantelamiento de la CICIG y el apaciguamiento del MP. Mantener la corrupción, asegurar la impunidad y hacer prevalecer los privilegios fue la consigna.

Hoy amanecemos con una nueva Junta Directa del Congreso de la República, que constituye la primera fase para asegurar la impunidad del actual régimen de gobierno, así como evita que puedan destapar la cloaca de negocios turbios en la municipalidad, pero principalmente continuará su lucha deshonesta y sin escrúpulos por acabar con la CICIG.

Esto nos conduce al siguiente año en un espacio sumamente complicado para todos aquellos que anhelamos transformaciones profundas en nuestra sociedad; ello significa terminar con una clase política tradicional y abominable que únicamente responde a sus propios intereses y a los de los grupos económicos tradicionales, sumado a un grupúsculo de militares que continúa generando un enorme desgaste en una institución que necesita modernizarse, no anquilosarse y seguir siendo caja de resonancia de corruptelas.

Todo ello no nos debe amilanar, tampoco significa que todo está para miel sobre hojuelas, seguramente que no, pero como ciudadanos responsables debemos de continuar en una lucha asimétrica, dispar y desequilibrada, continuar como Quijotes que luchan contra molinos de viento, contra gigantes de ficción, en un terreno fangoso, contra un sistema obsoleto y degradante, reconociendo que la sociedad demanda nuevos vientos, bocanadas de oxígeno y liderazgos decentes.

En esta lucha estamos un montón de ciudadanos conscientes que desde donde estemos, hacemos un esfuerzo por propiciar cambios, hablo de columnistas, de periodistas, de medios de comunicación, de profesionales independientes, de jueces decentes, de fiscales abnegados, de diputados que representan minorías, de empresarios consecuentes y renuentes a las posturas acomodaticias del CACIF y las élites obtusas, hablo de amas de casa, pilotos, obreros, hablo de estudiantes de educación media, de universitarios, de profesores, hablo de todos aquellos que invocan la decencia como argumento, el diálogo como propuesta, el consenso como herramienta; pero sin duda pensando en una sociedad distinta y un futuro promisorio para nuestro hijos y nietos.

Sí, termina un año difícil, empieza otro, tal vez peor, pero la adversidad anima, la lucha en desequilibrio empuja, todos debemos seguir adelante, planteándonos una sociedad distinta como meta, no como utopía.

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