Cartas del Lector

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René Leiva

Yepes, Hilarión, compositor y flautista en la corte de Severino IX, famoso por su gula y lujuria, compuso veintisiete sonatas dedicadas a la pechuga de faisán, y treinta y dos al pubis femenino. Fue decapitado cuando encontrósele dormido, una mañana, debajo del lecho real.

Yepocapa, Élida, hacia las seis de la tarde, cuando ocultábase el sol, en su casona del barrio San Sebastián, ponía el oído derecho en una de las paredes del largo corredor y con los nudillos de la mano izquierda –era zurda–, cada medio metro, daba ligeros toques, o toquidos, desde la sala de estar hasta el segundo cuarto de baño, debiendo sortear alguna silla, mesa o maceta, eludir puertas y ventanas. Eran cuatro o cinco toqueteos a la vez y esperaba con los ojos muy abiertos entre siete y diez segundos. Tomábale aquel ritual cuarenta minutos exactos. Las viejas paredes tenían no menos de 30 centímetros de espesor. Creyóse por mucho tiempo que Élida padeció alguna especie de sordera.

Yeyuno de Bursa, poeta elegíaco, geómetra, mago, cincelador de epitafios, vivió vehemente amancebamiento con la napea Drusilia, en las cercanías de Lamia, lo que valióle ser endiosado por Kalema de Mesenia.

Yil, Amalia, basada, según ella, en la teoría de los vacíos fólticos de Robles Silip, ensayó deshidratar la sombra –creía que estaba saturada de agua—y transformarla en polvo, sin nunca especificar con qué propósitos prácticos o utilitarios, lo cual provocó desdén y burla en la comunidad científica, no así de grupos esotéricos, místicos y alguna secta oriental, que vieron en aquel experimento un nuevo paso hacia la infinita diversidad y mutabilidad de lo Absoluto (sic).

Young Sherrington, Edward, escritor y periodista de gran éxito económico, dueño de una mansión en Manhattan, vasta biblioteca, estudio con enorme escritorio de ébano azul, sala de estar, balcones amueblados, sillas Luis XVI, sofás, otomanas, poltronas inglesas. Siempre escribió sentado, durante horas, en la segunda grada de la impresionante escalera de mármol que llevaba al segundo piso, muy junto a la pared, una tablita de madera de abeto sobre las rodillas, papel y lápiz.

Yuca y Florón, Rosa Romelia Catalina de la, Duquesa de Amatique, Baronesa de los Cayos de Belice, bastáronle su nombre y sus títulos de dignidad para considerarse alguien.

(En cafés de Bucarest y Buenos Aires el profesor Salcoin Unesscu y Nicolás Suescún discutieron acerca de la conveniencia o inconveniencia de rescatar a olvidados en vida, cuyo olvido, sin haber fallecido, equivale a estos muertos, que cuando aún viven nadie se acuerda de ellos. ¿Cómo se incursiona en el olvido, con qué medios? Autopsia biográfica de los sepultados vivos. Y cuando la piadosa imaginación hace todo el trabajo en eso del rescate. ¿Piadosa? Cuántos olvidados que todavía viven. Cuántos muertos y olvidados. Cuántos que sólo ellos recuérdanse a sí mismos (hablar mucho y en cualquier ocasión de sí mismo es un grotesco, acaso piadoso, autorrescate del olvido). N. de los E.).

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Fuentes derechistas bien informadas aseguran, bajo anonimato, que la actual y mediática caravana norcentroamericana hacia el paraíso terrenal, la metrópoli del imperio, ha sido organizada, entre otros, por Mao Tse Tung, Augusto César Sandino, Fidel Castro, Che Guevara, Hugo Chávez y Evo Morales, a quienes se ha visto infiltrados entre catrachos, guanacos y chapines, cuyo propósito secreto no es otro que socavar y eventualmente derrocar el poderío, el estilo de vida, el imperialismo yanqui (sic), según las fuentes de extrema derecha.

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