Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

El día de ayer mi padre expresaba en su columna lo honroso que se había vuelto para todos en La Hora que el Pacto de Corruptos nos tenga entre ceja y ceja, al punto que Fernando Linares Beltranena cocinó una iniciativa de ley que la misma comisión que él preside dictaminó a favor y que vendió como la forma de callar a este medio de comunicación que ha sido tan incómodo para los verdaderos poderes del país, aunque puertas para afuera dijo que usaría la excusa de la “modernidad” que ofrecía la ley.

Contó con el apoyo de 84 diputados que se prestaron a aprobar una ley sin los mecanismos que permitan asegurar la certeza jurídica que ha brindado la impresión a lo largo de los años. La Hora se ganó el mercado de las publicaciones legales por haberlos sabido trabajar con agilidad, trasparencia y servicio al cliente, elementos clave en cualquier actividad empresarial.

Cuando el sistema tenga sus problemas y bemoles (como ha pasado en el Registro Mercantil aunque los han mantenido ocultos o como pasó recientemente en la Contraloría de Cuentas y que reportó Prensa Libre), sin duda los 84 diputados dirán que no se dieron cuenta, como tampoco se dieron cuenta en 2016 que estaban matando el transfuguismo que ahora con tanto ahínco desean revivir para mantener sus perversos planes y buscar la manera de recuperar el dinero invertido para llegar al poder a hacer negocios.

Todo país debe modernizarse, sin duda, pero cuando esos planes no son consecuencias de la definición de políticas orientadas en el bien común sino en el interés particular de un grupo de mafiosos por intentar acallar las voces que desnudan sus cochinadas, las cosas no saldrán bien y al final del día no será La Hora la que pierde sino el país, su gente y la certeza jurídica que tanto cacarean algunos cuando les conviene.

Decía mi padre ayer y yo lo remato hoy diciendo que la intención de quienes desean callarnos no será consumada porque, gracias a Dios, nos hemos venido preparando desde hace cuatro años para seguir nuestro camino al centenario aportando un grano de arena en el futuro de este país. Hemos abierto mercados y nos hemos atrevido hasta llegar a Estados Unidos para darle una voz a quienes mantienen nuestra economía. Pasamos de ser los benjamines de los que “nadie” se acordaba como nos decían los críticos a los enemigos a los que desean acabar a como dé lugar al punto que una de las leyes del Pacto de Corruptos tenía que ver con nosotros.

Vamos a ganar la batalla porque entendemos el problema de este país, escuchamos las necesidades de la gente, somos conscientes de los retos y hemos visto que las soluciones a nuestros problemas están ahí, a la espera de voluntad, alma, corazón y huevos (como decía mi bisabuelo). Saldremos mejor de lo que entramos porque hemos dado voces a quienes históricamente han estado olvidados, porque hemos demostrado que nuestra agenda es contar la verdad por una Guatemala mejor y hay muchos que han sabido valorar que nuestras opiniones (se compartan o no) no responden a intereses económicos, ni de quienes pretenden dirigir la orquesta pagando, literalmente, como se le paga a los mariachis para que toquen lo que quieren oír y disfrutar.

Desde el 2016 a la fecha hemos recibido numerosas “ofertas” de aquellos que le deseaban poner precio a nuestra voz, pero no sucumbimos porque eso es matar el sueño, traicionar nuestras raíces y torcer nuestros valores. Hemos podido trabajar muy bien con quienes comparten la visión que una Guatemala con más gente empoderada es buena para todos, en especial para quienes venden bienes y/o prestan servicios.

Vamos a seguir luchando con fe por una Guatemala sin corruptos, trabajando como hemos aprendido desde pequeños, hablando con la verdad y ejerciendo un rol dentro de la sociedad que permita entender que los medios estamos llamados a evidenciar los vicios de un sistema que se recompone, a ser una piedra angular del futuro, a crear puentes, oportunidades que permitan cerrar brechas a nivel país y todo, partiendo desde el punto de narrar la verdad y dar nuestra opinión libre sin que, como en las campañas, don dinero se imponga en la agenda y sustituya los valores.

 

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