Edgar Villanueva
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Recientemente en una reunión, una lideresa empresarial indígena expresaba la dificultad que presenta la precaria (o inexistente) infraestructura nacional, para los pequeños empresarios que asesora en el del interior del país. Relataba cómo las pequeñas cosechas de vegetales se arriesgaban y a veces se perdían porque “el camión no pasaba” o “el camión pasaba tarde”. De la misma manera relataba, que las cosechas de pequeños, medianos como grandes empresarios son dañadas más de lo necesario cuando son transportadas por las carreteras nacionales.
Algunos días después, vimos cómo un grupo de taxistas paralizaban Puerto Barrios y Puerto Santo Tomás de Castilla, exigiendo que recapearan la ruta a dichos puertos porque el estado de las calles les causa pérdidas económicas y dificultan su servicio. De la misma forma hemos visto la negativa práctica que tienen algunas organizaciones de “protestar” a través del bloqueo de carreteras nacionales, impidiendo la libre locomoción de bienes y personas.
Recientemente se ha publicado el Índice de Competitividad Global y Guatemala se encuentra en el puesto 96, detrás de “países pares” como República Dominicana o Trinidad y Tobago. En términos de infraestructura vial, se encuentra en el puesto 139. Este último número refleja el estado de las carreteras (aunque toman en cuenta otros elementos de infraestructura como electricidad y conectividad), y nos ponen detrás, incluso de Honduras y El Salvador, economías más pequeñas que la nuestra.
¿Qué ha pasado con la infraestructura vial nacional? Algunos adjudican la falta de construcción de carreteras a la corrupción existente en el Ministerio de Comunicaciones, otros en la atomización de las adjudicaciones a nivel municipal en donde se construyen trechos de carreteras adjudicadas a dedo. Considero que una de las grandes carencias que no ha permitido el desarrollo de infraestructura vial de alta calidad y con capacidad para mover las ruedas del país es la falta de visión del país que queremos ser y la falta de un plan económico de largo plazo para desarrollar Guatemala. Si, por ejemplo, supiéramos que queremos ser un país exportador de vegetales, tendríamos clara la infraestructura que necesitamos para hacerlo. Si, por el contrario, quisiéramos ser un centro de logística, pues habría que acomodar una que otra cosa para poder serlo.
Esta claridad, de la mano de la erradicación de los bloqueos de carreteras (tanto a cargo de personas, como los sufridos túmulos), permitiría un salto importante en la facilitación del comercio para pequeños, medianos y grandes empresarios. Es importante que entendamos que bloquear una carretera como modo de protesta solamente da notoriedad negativa. No hay una sola persona que simpatice con aquel que lo deja cuatro horas bajo el sol, y menos, el pequeño empresario que llevaba sus quesos al mercado local y que los pierde a manos de un grupo que está inconforme con algo.
Procuremos una mejor infraestructura y la libre locomoción. Serán buenos alicientes de una economía que sufre por todas partes, pero a la cual se le pueden ir dando algunas vitaminas.