Alfonso Mata
No todos la pasan igual “haiga o no haiga” crisis y de acuerdo a como son los ingresos, así es la patada que se recibe. Sabias palabras de la pobrería.
En los que viven dentro de los deciles económicos más pobres, lo único que logran es el mantenimiento de la situación, lo que indica empeoramiento, pues eso significa sobrevivencia, falta de desarrollo de potencialidades físicas, mentales y emocionales; cierre de oportunidades.
En los que viven en los deciles intermedios de la economía, la vida parece haberse detenido: pocos van para arriba, muchos para abajo; todos temerosos y la frustración y la violencia campean.
Los afortunados de situarse dentro de los deciles económicos más altos, prácticamente mantienen su situación, haya o no crisis y por supuesto, en este extracto, el pillaje y la delincuencia también asienta sus reales, controlando poder y riquezas.
Quienes se benefician de la crisis, por cierto la crisis económica es un modus vivendi de muchas décadas en nuestra tierra; pero son especialmente dos niveles los que sacan provecho de ello: el que vive en los deciles más altos de los deciles medios, que pasan al de los ricos y los ricos que viven en el decil más alto de todos, que nunca dejan de obtener más ¿cómo lo hacen? eso no es motivo de esta página.
Y en medio de ello, suceden cosas inverosímiles: Muchos de los políticos de cualquier decil, generan grandes fortunas estafando, delinquiendo y a veces llegando al crimen. La evasión fiscal es buscada por muchos y entre más se posee: “como no hay justicia, entre no vean no doy”. La clase media que flota en los deciles más bajos, logra navegar producto de un aumento de endeudamiento, con lo que mantienen su consumo doméstico.
Y los pobres ¿cómo logran mantenerse? acá otra cosa inverosímil, no es la inversión del gobierno el que logra mantener la situación en los deciles más necesitados, es en mayor parte la migración a las ciudades de muchachas y muchachos que deberían estar educándose y las remesas de los migrantes, que contribuyen en buena parte al consumo privado de sus familias.
Finalmente la cosa más inverosímil: si midiéramos el rendimiento por la cantidad de energía que se consume al producir un trabajo, nos sorprenderíamos: primero que los habitantes de los deciles más bajos, gastan más energía vital por individuo y reciben miles de veces menos producto de ese gasto. Y segundo, que entre más arriba se está en los deciles, más se desperdicia energía vital: en los gimnasios y en placeres vanos y mundanos.
Pero lo más incongruente de todo es que la Constitución de la República, presupone que la relación individuo-bienestar es el modo estructural fundamental de la nación y no la discriminación. Resulta pues evidente, que nuestra estructura de Estado y Gobierno, no permite reunir a los que son semejantes. No existe en el universo dos cosas más perecidas que el rico y el pobre, son los beneficios que los vuelven diferentes.