Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
El pensamiento convencional es que de enero a junio del año entrante se podrán o al menos deberían debatir muchas de las cosas que están ocurriendo en esta coyuntura, y que lo que resulte en las urnas será la voluntad y la voz del pueblo en torno a los temas que ahora nos ocupan. Eso es así en un mundo ideal, pero ante la grave realidad que el Gobierno está cavando la tumba del Estado de Derecho, la elección se adelanta y no es por un tema electoral.
Los guatemaltecos tenemos que decidir hoy, no mañana, si deseamos elegir el fortalecimiento del Estado de Derecho o vamos a permitir que un puñado de personas lo socaven con el afán de satisfacer intereses personales, aunque eso implique estar de acuerdo con un Manuel Baldizón al que tanto le temía buena parte de la sociedad que lo tildaba de delincuente raso.
Guatemala demanda que nos juguemos en bandos y estos son sencillos: los que estén a favor del Estado de Derecho o los que estén a favor de un Golpe de Estado vía el desacato a la Corte de Constitucionalidad (CC). Podrán pagarle a cuanto vocero quieran, sacar a los abogados que se presten o maniobrar para decir que no habrá un rompimiento al desobedecer a la CC, pero si no cumplen con lo ordenado por la máxima Corte Constitucional, es un golpe liso y llano.
Usted puede estar o no de acuerdo con lo resuelto por la CC, pero la ley establece que no hay opción alguna para no cumplir y resulta que sino la acatan, abrirán la puerta para que cualquiera pueda cuestionar las resoluciones judiciales y de la autoridad en general y estaremos en un caos que lo primero que se verá afectado es la certeza y la propiedad privada porque caeremos en el mundo de los más fuertes e inescrupulosos. En otras palabras, desobedecer a la CC será un aliciente para el tema de invasiones y dará licencia para robar a empresas privadas en total impunidad, por ejemplo.
Tuve la oportunidad de participar en una reunión con abogados y empresarios de varios países del mundo, y la gente estaba con el pelo parado ante la posibilidad de que el presidente Jimmy Morales no acate a la CC y decían, así empezó Hugo Chávez. Un empresario me dijo, “hay me avisas cuando esto cambie porque así no me interesa seguir con la inversión en Guatemala. Es una pena, pero ojalá esto cambie y sigamos adelante”.
Quienes, de manera genuina, no estén de acuerdo con esos extremos a los que nos quieren llevar un puñado de gente que ha pactado con los diputados y con la clase más rancia de este país, deben alzar la voz y mostrar con hechos porque nunca antes en nuestra historia el silencio y la indiferencia nos saldrá tan caro y por tantas generaciones.
Analicen y vean esto. Salidas para quienes se sienten preocupados hay, pero se están queriendo servir con la cuchara grande y tienen varias herramientas para lograr sus objetivos, pero el tema del transfuguismo les ha dificultado la labor porque los tránsfugas dicen: “por qué te voy a resolver tu problema, si vos no me resolvés el mío”.
Pero una vez resuelto ese problema que permita la reelección de 76 diputados, todo será cuesta abajo porque la reforma al antejuicio, financiamiento electoral, el cese del encarcelamiento, la ley de ONG con muchos goles, aceptación de cargos con riesgos de impunidad y un largo etcétera estará en la mesa para consumar los planes y las partes complementarias a las leyes serán la elección del Contralor y las Cortes del año entrante, pues los jueces que aspiren a algo serán condicionados (tipo Claudia Escobar) a satisfacer a los corruptos.
La elección es hoy, el tema es el Estado de Derecho y su postura y las consecuencias de sus actos en lo público y privado son la boleta que hay que marcar para definir nuestro bando y el futuro de Guatemala.