Francisco Cáceres Barrios
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Joseph Goebbels, ministro alemán para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich fue quien acuñó la frase: “Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”. Nunca creí que durante el transcurso de los años iba a poder encontrarme con alguien que pusiera en práctica este mensaje o forma de comportamiento con tanto ahínco, como lo ha venido haciendo el gobierno guatemalteco que preside Jimmy Morales.
Desde que hizo su propaganda electoral, utilizó el eslogan “Ni corrupto ni ladrón” y con el paso del tiempo los guatemaltecos pudimos comprobar, a través de su comportamiento, todo lo contrario, aunque bien sabíamos todos que en nuestro país los políticos se han vuelto cada vez más cínicos para expresar sin ambages todo un cúmulo de mentiras, quedándose tan tranquilos, como si hubieran expresado un axioma real y verídico que no requiere demostración alguna.
Antier, la tecnología moderna nos permitió ver y escuchar en directo a nuestro primer mandatario cuando en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas volvió a utilizar los mentirosos argumentos utilizados con anterioridad por su gobierno para justificar la no renovación del convenio suscrito entre nuestro país y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a partir del 2019.
Antes, los escuchamos de voz de la ministra de Relaciones Exteriores, los mismos que fueron analizados a fondo y de manera completa y puntual por el licenciado Juan Francisco Sandoval, jefe de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI) del Ministerio Público, hasta comprobar que no eran más que mentiras o exageraciones con el premeditado fin de tergiversar mañosamente que el odio del presidente Morales para la CICIG no surgió como él lo ha venido diciendo, sino como a todos los guatemaltecos nos consta, de la denuncia de su comisionado Iván Velásquez, por financiamientos ilícitos de su campaña electoral, como las hechas a su hermano e hijo por otras razones.
¿Es que no hay constancia en los tribunales que en el caso del asesinato del licenciado Rodrigo Rosenberg hubo 13 personas procesadas, se dictaron 9 sentencias y que los hermanos Valdés Paiz no estuvieron más que tres años en prisión preventiva y no 8 como lo aseguraron, como que no han sido absueltos todavía? ¿No es sabido por todos que en el caso conocido como Pavón-Infiernito cinco personas fueron condenadas, como que tampoco ningún tribunal ha señalado la existencia de pruebas falsas? ¿Acaso no existen suficientes evidencias comprobadas que el exministro de Finanzas Pavel Centeno se suicidó?
No, esto definitivamente no puede seguir así. Para el Estado guatemalteco y nosotros sus ciudadanos es imposible seguir viviendo al servicio de intereses personales, sectoriales, de políticos o de la delincuencia que nos han puesto a todos de cabeza. Llegó el momento de levantarla para ponerle punto final a que se siga utilizando la mentira para hacer uso de los recursos que son aportados para lograr el bien común.