Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Jorge Santos

Sin lugar a dudas, al igual que hace tres años, el 2018 será registrado como aquel en el que una nueva emergencia social, popular y ciudadana se levantó ante el abuso de poder, la arbitrariedad, la corrupción, violencia y la impunidad. Y es que prácticamente a la fecha llevamos ya más de dos semanas de permanente movilización social y que aparentemente no tendrá un final cercano. Sin embargo, es preciso manifestar que esta nueva oleada de protestas es y ha sido provocada por una serie de acciones que en su conjunto se encuadran en un rompimiento institucional o Golpe de Estado. Es decir que de manera acertada los pueblos estamos demandando acciones, para producir cambios profundos en el Estado guatemalteco.

Los hechos desencadenados por las pretensiones de los actores que conforman el Pacto de Corruptos para obstaculizar las acciones de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala –CICIG– y el Ministerio Público –MP–, que desde años atrás viene identificando y desarticulando estructuras criminales vinculadas al poder económico, político, militar y del crimen organizado y que han sacudido las bases sobre las que está creado el Estado. Pero es necesario precisar que estas movilizaciones sociales y populares se suman a las históricas demandas por la defensa del territorio y los recursos naturales; por la exigencia de tierra para campesinos; por la necesidad de recursos para las escuelas, para los puestos y centros de salud, entre muchas otras necesidades que este sistema corrupto e impune le ha negado a la población guatemalteca.

Estas jornadas de lucha necesitan voltear a ver hacia las movilizaciones de distintas expresiones que le han dado paso a este sentir de indignación y rabia justa que les dan vida. Por ejemplo la amplia movilización social, popular y comunitaria que prácticamente se ha despertado en todo el territorio nacional, así como las luchas emprendidas por jóvenes y adolescentes frente a la exigencia de mejoras en la calidad educativa o las exigencias por la nacionalización de la energía eléctrica, son tan sólo algunas muestras del incremento que se ha venido gestando.

Es necesario seguir profundizando la lucha social y popular, lo cual requiere articular, respaldar y apoyar con su presencia todas las acciones con el objetivo de transformar este sistema político y económico. La próxima semana sin lugar a dudas se dará una nueva fase de esta lucha popular, dado que la población guatemalteca continuará su movilización en todo el país, con el objetivo expreso de derrocar a este Régimen encabezado por Jimmy Morales.

Estas jornadas convocadas desde distintas organizaciones deben ser ampliamente respaldadas, con nuestra participación activa y deben articularse a todo esfuerzo posible. Estas jornadas de lucha deben conducirnos hacia la construcción de una agenda política de transformación del Estado y del modelo de desarrollo, con el fin de permitir no sólo la eliminación de la corrupción, sino también transformar las causas estructurales que dan vida a la inequidad, desigualdad, racismo, violencia y pobreza.

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