David Barrientos

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Guatemalteco con educación para el análisis de coyuntura, administración, dirección, alta gestión y coordinación de proyectos de seguridad, defensa, logística y manejo de crisis, con experiencias en el liderazgo de grandes unidades militares e interinstitucionales, actualmente consultor independiente y doctorando en ciencias sociales.

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David Barrientos
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Si aceptamos que la geopolítica es el estudio de la vida e historia de los pueblos en relación con el territorio geográfico que ocupan, los factores económicos y raciales que los caracterizan y cómo estos se relacionan con los procesos políticos, la reciente decisión de El Salvador, de iniciar relaciones diplomáticas con la República Popular de China, llama la atención, pues es un ejemplo que la geopolítica es dinámica; una decisión de estado que supone un proceso de análisis estratégico, pues no es posible conducir y dirigir los destinos de un Estado, sin tomar en cuenta los roles que juegan los aspectos: geográficos, económicos, políticos, sociales, demográficos y etnológicos, aunados en un solo contexto, sobre todo por la cantidad de salvadoreños, que legal o ilegalmente viven en la unión americana. De haber agotado un proceso serio, previo a tal decisión, el desafío debe respetarse, pues los países de la región se han considerado parte de la esfera de influencia de los Estados Unidos de América, en el análisis de la geografía política o sea en una estática situación. Sin embargo, las decisiones no siempre son tomadas en beneficio de los ciudadanos de una nación, lo que coloca a los mismos en una situación de desventaja individual, con consecuencias poco predecibles, como se empieza ya a especular, cuando se menciona que tal decisión responde a obediencia ideológica, o peor aún, a protección por casos de corrupción pasada.

Por su parte los Estados Unidos de América, tampoco han hecho mucho por mantener esa esfera de influencia asegurada, materializado por el desinterés de la situación económica de la región, hasta el trato discriminatorio para los hispanos. Pese a que al Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador) se ha visualizado, como una plataforma de intereses: políticos, diplomáticos y militares, para detener una serie de amenazas a su seguridad, principalmente, la situación diplomática de El Salvador parece agrietar el contexto de tal plataforma. Además, la decisión de San Salvador de acercar más a un gigante económico como China o por lo menos propiciar su introducción a la esfera de dominio americano, durante una guerra comercial declarada, donde se dispara con aranceles y se bombardea con cuotas de importación, debe ser motivo de atención.

En consecuencia, en América Latina ya no solo deberemos preocuparnos por los problemas en los que estamos inmersos, como lo son: el populismo y la corrupción, sino debemos lidiar con la inestabilidad geopolítica, que nos impone principalmente nuestra ubicación geográfica, pues puede convertirse en un campo de esta batalla comercial que puede dejar hambre en su paso, porque la lucha de proyectos estadounidenses y chinos pone a nuestros países en la difícil situación de elegir en un tablero de ajedrez, que puede provocar más desintegración, pues condiciona a los gobiernos a decidir, incluso, contra sus propios intereses al no poder resistir a las presiones de las potencias que compran nuestros pocos productos y son proveedoras de bienes industriales y de capital, además, son inversores y prestamistas.

Lo menos que podemos esperar, es que nuestros decisores tengan en cuenta esta guerra comercial, y gestionen para amortiguar de la mejor manera el impacto económico que se avecina.

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