Grecia Aguilera
En la mitología griega un museo era la residencia de la diosa de la Memoria. Allí rendían culto a la inspiración, la filosofía, el conocimiento, la prudencia e ingenio. Más adelante la Dinastía Tolemaica o de Tolomeo, creó en Alejandría un salón destinado para las tertulias de los sabios y literatos llamado precisamente Museo. Este ambiente poco a poco se fue consagrando al resguardo de las ciencias, las bellas artes y los libros hasta convertirse en un espacio específico para estos y otros temas, sucesos y acontecimientos en la historia de la humanidad. El 17 de noviembre de 2017 en la Ciudad de Washington D.C. cerca del Capitolio, se inauguró el Museo de la Biblia. La razón de ser de este magnífico recinto que posee una hermosa puerta de bronce con doce metros de altura, es fomentar y promover el interés por conocer más sobre las Sagradas Escrituras, comprenderlas, investigarlas, descubrirlas día a día, así como está escrito en el Evangelio de San Juan, capítulo cinco: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí…” El día de la ceremonia de inauguración el Santo Padre Francisco envió la Bendición Pontificia oficial junto a las siguientes palabras: “Aquellos que veneran las Sagradas Escrituras como la Palabra de Dios, aquí encontrarán alimento para su fe, mientras que a muchos otros se les presentará un capítulo fascinante y vital en la historia espiritual de la familia humana.” Este preciado lugar posee maravillosas colecciones, manuscritos, fragmentos de papiros, el Libro de las Horas, objetos, piezas de arte y biblias que se han impreso a través del tiempo, como por ejemplo la Biblia de Gutenberg que según la historia fue la primera Biblia impresa en la Ciudad de Maguncia, Alemania en el siglo XV. La disposición del museo se complementa con una excelente iluminación, pisos de mármol originarios de Dinamarca y Túnez, así como también grandes columnas de piedra de la Ciudad de Jerusalén. En el segundo nivel del museo se encuentra el área titulada “El Impacto de la Biblia en América”, y en el tercer nivel están plasmadas las historias de la Biblia. Ahora bien en el sexto piso está un exclusivo restaurante llamado “Manna” que se distingue por ofrecer alimentos ‘kosher’, basados en el libro Levítico del Antiguo Testamento. En la parte frontal del edificio del Museo de la Biblia está inscrito el Salmo 19 que se refiere a la gloria de Dios en la creación, el cual manifiesta: “El cielo proclama la gloria de Dios; de su creación nos habla la bóveda celeste. Los días se lo cuentan entre sí; las noches hacen correr la voz. Aunque no se escuchan palabras ni se oye voz alguna, su mensaje llega a toda la Tierra, hasta el último rincón del mundo. Allí Dios puso un lugar para el sol, y éste sale como un novio de la habitación nupcial, y se alegra como un atleta al emprender su camino. Sale el sol por un lado del cielo y da la vuelta hasta llegar al otro, sin que nada pueda huir de su calor. La enseñanza del Señor es perfecta, porque da nueva vida. El mandato del Señor es fiel, porque hace sabio al hombre sencillo. Los preceptos del Señor son justos, porque traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es puro y llena los ojos de luz. El temor del Señor es limpio y permanece para siempre. Los decretos del Señor son verdaderos, todos ellos son justos. ¡Son de más valor que el oro fino! ¡Son más dulces que la miel del panal! Son también advertencias a este siervo tuyo, y le es provechoso obedecerlas. ¿Quién se da cuenta de sus propios errores? ¡Perdona, Señor, mis faltas ocultas! Quítale el orgullo a tu siervo; no permitas que el orgullo me domine. Así seré un hombre sin tacha; estaré libre de gran pecado. Sean aceptables a tus ojos mis palabras y mis pensamientos. Oh Señor, refugio y libertador mío.”