Ayer el presidente Morales exigió luchar por defender al país de los que vienen a pisotearlo pero no atinó, para variar, ni siquiera a decir de quién estaba hablando porque hay muchos que justamente están tratando de acabar las instituciones de Guatemala y lo hacen con decidido apoyo de extranjeros. Por ejemplo, se sabe del contingente y de los recursos que ha puesto al servicio de este gobierno un país que les dotó del más sofisticado método de espionaje para tener bajo control a toda la población, como en los viejos tiempos de la durísima represión que, ¡vaya casualidad!, también fue patrocinada por los mismos cuando Estados Unidos decidió retirar la ayuda militar por la violación persistente de los derechos humanos.
Hay extranjeros que vienen con intención de ayudar a fortalecer la institucionalidad en el país mediante la lucha contra la impunidad y contra los flagelos de la pobreza, marginación y ausencia de oportunidades. Pero hay otros que vienen a crear aparatos clandestinos para asegurar que la dictadura de la corrupción pueda tener bajo control a los que están luchando por establecer un sistema democrático alejado de los vicios actuales que han enriquecido hasta a los que decían que no eran ni corruptos ni ladrones.
En eso de calificar a los extranjeros se rompen géneros porque hay para todos los gustos. Desde los que vienen pegando gritos irrespetuosos contra las autoridades del país hasta los que hablan de la mejor época de las relaciones entre sus países y el nuestro y para mostrarlo sustituyen la agüita mágica por aparatos mágicos que sirven para escuchar hasta en lo más recóndito cualquier conversación y cualquier tipo de comunicación porque, literalmente, le entran a todo. Ya habían primero vendido ese tipo de sofisticados sistemas, pero ahora los donan con entusiasmo y “generoso agradecimiento“.
Detestan a los que vienen a ayudarnos a combatir la corrupción, pero aplauden a los Pérez Maura que vinieron a bañar en pisto a los Pérez Molina y compañía. Detestan a los Embajadores que hablan de derechos humanos y de transparencia, pero le besan el anillo a los que arropan a los corruptos y los pícaros y acaso hasta les pueden ofrecer toda clase de bendiciones.
Unos vienen a ayudarnos a construir el país que queremos, pero obviamente otros tratan de apuntalar el presente podrido hasta las entrañas y eso lo sabe cualquiera. Pero lo que es definitivamente cierto es que los defensores de lo establecido, los que enarbolan la bandera de la corrupción, esos sí que son los mejores amigos de Jimmy Morales.