Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

A Blanca Stalling no la estoy condenando, jurídicamente hablando, primero porque no soy juez y segundo porque no ha llegado al momento procesal oportuno para desvanecer la presunción de inocencia que a todos nos asiste, solo que hay hechos irrefutables que no se pueden negar.

Stalling llegó a ser el gran poder tras el trono y ahora es el poder en el trono. Ayer mismo algunas personas nos comentaron que ya se le vio en los pasillos de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y no desea perder tiempo alguno para recuperar el paso luego de estar tras “las rejas”.

Además de lo anterior, es irrefutable que estando en el Instituto de la Defensa Pública Penal (IDPP) llegó a tejer una red de abogados y personas que le han servido para materializar sus planes y dado que en el Instituto hay bastantes profesionales y personas, eso le permite mantener casi “incógnitos” a sus ases bajo la manga.

Tal fue su poder que llegó a la CSJ sin despeinarse y tanto llegó a ser su poder que se sintió a sus anchas para intentar incidir en jueces y el mejor botón de muestra fue el caso de su hijo. Y es que gracias a la valiente denuncia de un juez que sí sabe qué quiere decir la independencia judicial, fue que como Al Capone, Stalling, terminó cayendo por una acusación que se pudo sustentar, aunque se sabe quizá menos de otros quehaceres.

El día de su captura se intentó disfrazar (solo Dios sabe a qué aspiraba) y utilizó una peluca para evadir a sus captores, forcejeó y portaba un arma de fuego porque su consigna era no poner nada fácil su aprehensión. Luego utilizó su poder e influencia para lograr aferrarse a su puesto y ni el Consejo de la Carrera Judicial ni el Congreso movieron mayores dedos para removerla y nombrar a su sustituto.

Tras meses de prisión (un tanto privilegiada) y de entrampar el proceso, milagrosamente dijo que ya no lo iba a entrampar más y fue cuando resultó la jueza Abelina Cruz Toscano animándose a emitir la resolución judicial que la marcó para el resto de vida, aunque jueces como Moto y compañía le digan que las penas se van, pero los réditos de sus actos oscuros permanecerán.

Y así, de la noche a la mañana, Stalling se ha convertido en la aspiración de muchos, en el modelo a seguir y en el punto de referencia de algunos que están preocupados ante la justicia. Muchos de los que elevan la voz por el tema de la certeza (que incluye la del castigo) están en silencio ante estos hechos, pero es bueno que alcen su voz y marquen dónde están parados.

Guatemala atraviesa tiempos complicados, pero apasionantes, y serán los hechos y nada más que los hechos los que nos definan y catapulten (primero Dios al futuro), pero no podemos seguir teniendo referencias y aspiraciones de impunidad y eso es, justamente, lo que Blanca Stalling representa para la CSJ y el país. De los ciudadanos y quienes estén dispuestos a que alcancemos mínimos, depende el futuro de Guatemala.

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