Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
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“Vale más un instante de vida verdadera que una vida entera en silencio”, Mikhail Bakunin.

El tiempo, las clases sociales, las diferencias culturales, las pobrezas humanas, la vida, la muerte, el amor, el trabajo, los sentimientos, son elementos que siempre han llamado la atención y que han sido objeto de análisis, estudio y reflexión.

La humanidad se transforma constantemente, ni los más aviesos logran visualizar cómo será el futuro, tampoco conocer con objetividad el pasado, más aún si tomamos en cuenta la subjetividad del mismo, derivado de que, quien cuenta la historia le dará aún sin proponérselo su propia interpretación, ninguno de los dos periodos de tiempo pueden ser cambiados, pero sí es necesaria la memoria  histórica para no cometer los errores transformados las más de las veces en horrores, también es obligatoria la proyección del futuro para tener aspiraciones.

En 1927 se estrenó una película alemana de ciencia ficción, sumamente innovadora para la época, tanto por el argumento como por la producción, actuación y fotografía, POR esa visión del mundo que proyectó, metafóricamente se ha convertido en una realidad, el ser humano en general es bastante materialista, de mente cerrada y egoísta hasta con los propios, por ejemplo: Un padre que ama a su hijo, pero que se encuentra inmerso en el mundo materialista de hacer dinero, que no conoce a sus empleados, y para quien el fin último es la riqueza en sí misma, para el que las máquinas son una prioridad, y que vive por y para las ganancias, ¿Le parece conocida la historia? Seguramente le parece conocida porque es bastante plural en la sociedad machista y egoísta en la que vivimos, en la que el dios sublime es el dinero, y se valora a las personas por lo que tienen, en el que se ha puesto precio a todo, el cuerpo, el alma y el pensamiento.

Una película, como la mencionada, habiéndose grabado a principios del siglo pasado, es de esperarse que sea muda, por lo que los gestos, las expresiones, el escenario y la producción son de suma importancia para el mensaje que se quiere mandar, y más aún para el mensaje que se recibe.

La lección que podemos apreciar de la misma estriba en varios elementos como la religión y lo profano, porque una persona puede hablar en el nombre de Dios, pronunciar un discurso pacífico de confraternidad y mediación, para después convertirse por obra de la ciencia en un ser licencioso, que transforma la plegaria en un baile erótico, incitando al placer carnal, fomentando la ira y la violencia en cuantos se acercan a ella, sinónimo de la parte negativa de todo ser humano, misma que aflora cuando la debilidad lo permite, el mensaje estriba en que a pesar de las veleidades del mundo, también de los placeres carnales, el bien triunfa sobre el mal, porque la máquina que se transformaba en la parte inescrupulosa del ser humano es destruida.

La historia establecida en una sociedad de 2026 remarca los contrastes de la pobreza y la riqueza, presenta a las mismas, representadas como seres humanos, los primeros viviendo en guetos en condiciones infrahumanas bajo tierra, trabajando 10 horas por turno, esclavizados en un mundo de máquinas, y la segunda representada por personas elegantemente vestidas, viviendo en la luz, trasladándose por medio de puentes aéreos, bebiendo champán acompañado de ricas viandas,  en una eterna fiesta.

Esa sociedad de negros y blancos, en la que una desconoce a la otra, siendo ambas partes concordantes, y dependientes una de la otra, es una sociedad aunque un poco más difuminada que nos ha tocado vivir, no por decisión propia, es por decisión de las circunstancias que ha silenciado a quienes han luchado por el cambio estructural, como ha sucedido a lo largo de los años en esta sociedad nuestra.

Es sumamente importante por lo tanto, comprender que los extremos no son sanos y tampoco edifican, más aún es más importante aceptar que la polarización no lleva a ningún lugar a sociedad alguna, y que la comprensión debe ser parte de nuestra vida, que es mejor construir que destruir, y que la bondad debe ser inherente a la persona humana.

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