Roberto Arías

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Nació en la ciudad de Guatemala el 5 de mayo de 1942. Especializado en asesoría en comunicación, con especialización en medio ambiente. Estudió Comunicación en la Universidad de San Carlos de Guatemala y posee un postgrado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales – FLACSO, así como un postgrado en Forestería y Medio Ambiente de la Universidad de Auburn, Alabama, EEUU. Ha conducido programas de radio y televisión, entrevistando a personalidades nacionales e internacionales.

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Roberto Arias

Apocalipsis 11:18
Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido,
y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a
tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen
tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir
a los que destruyen la tierra.

Biblia: Versión Reyna Valera.

Uno de los puntos fundamentales sobre los que debemos pensar los seres humanos, para analizar mejor el tema, es el hecho de que son los Recursos Naturales de la Tierra los que producen originalmente el Capital. Verdaderamente, todo lo que existe en la Tierra pertenece, efectivamente, a la Tierra. Nada de lo que utiliza el humano viene de la Luna, de Marte, de Júpiter o de otras galaxias. Todo es producto de la Tierra y la Tierra fue dada al humano para que se enseñoreara en ella; es decir, dominarla y/o hacerse señor y dueño de ella.
Dominar la Tierra y hacerse dueño de ella tiene un contexto y un significado muy diferente al que el hombre –genéricamente hablando- ha hecho en el afán de satisfacer su voracidad y su avaricia, en razón de que éste se ha dedicado literalmente a destruir la Tierra sin remilgos y sin pensar que, la Tierra misma, dentro de poco, le servirá de tumba y que toda la destrucción para depredarla fue en vano.
Aquí se cumple lo escrito, probablemente, por el hombre más sabio que ha existido, Salomón, en el libro de Eclesiastés 8:9 “hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo.” Y que en otra versión dice: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”.
Repito que la minería es indispensable para facilitar la vida a los seres humanos, fabricando utensilios que le asistan para vivir con comodidad, pero eso no le da a los mineros la licencia para abusar de la misma Tierra y abusar de las comunidades con muchos años o siglos de asentamiento pacífico en la tierra que pronto será depredada a sangre y fuego, como ha ocurrido en países africanos y en América.
Millones de personas han sufrido injusticias bajo casi todos los sistemas de gobierno ensayados por la humanidad. En el marco del 175 aniversario de la creación de la Oficina de Asuntos Indios, perteneciente al Departamento del Interior de Estados Unidos, su secretario adjunto aludió en un discurso a este tipo de abusos inhumanos.
Más que para celebrar, dijo, era “una ocasión para confesar verdades dolorosas y arrepentirse”. Reconoció que, en la década de 1830, la primera encomienda del organismo era expulsar de sus territorios a las naciones tribales del sureste: cheroqui, cric, choctaw, chickasaw y semínola. “Mediante amenazas, engaños y el uso de la fuerza, se obligó a estas grandes naciones a recorrer 1,600 kilómetros hacia el oeste y dejar atrás a miles de sus niños, viejos y enfermos en tumbas improvisadas a lo largo del llamado Sendero de las lágrimas.” Esto ocurrió en 1830.
En Guatemala ocurre en 2018, debido a la permisividad dada a los políticos para hacer lo que se les da la gana sin una supervisión real y ética de la población. Hay migraciones masivas hacia el Norte como parte del problema.
Continuará.

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