Roberto Arías

robertoarias@outlook.com.ar

Nació en la ciudad de Guatemala el 5 de mayo de 1942. Especializado en asesoría en comunicación, con especialización en medio ambiente. Estudió Comunicación en la Universidad de San Carlos de Guatemala y posee un postgrado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales – FLACSO, así como un postgrado en Forestería y Medio Ambiente de la Universidad de Auburn, Alabama, EEUU. Ha conducido programas de radio y televisión, entrevistando a personalidades nacionales e internacionales.

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Roberto Arias

Apocalipsis 11:18
Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido,
y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a
tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen
tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir
a los que destruyen la tierra.
Biblia: Versión Reyna Valera.

El artículo de Alfonso Mata que analizo en estos escritos es un artículo en donde se menciona la circunstancia y el contexto en el que por muchos años se ha discutido el problema ambiente-economía, haciendo referencia a la proscripción de la buena calidad ambiental para el mejor desarrollo de la vida humana, anteponiendo, a cambio, el interés del capital y el desprecio para las paupérrimas poblaciones que han vivido allí por años antes de que iniciaran los monocultivos y/o minería que arrasan con la tierra y realizan un altísimo impacto negativo en el vital recurso hídrico.
La retórica es la retórica y nos lleva muchas veces a mencionar asuntos que deberían ser pero no son una realidad verdadera. Cito a continuación unas frases interesantes, que vale la pena examinar por un detalle:
“…y no tomar decisiones basadas solo en el juego de la expansión del capital productivo y su distribución dentro de la economía nacional, relegando a segundo plano el bienestar y la calidad de vida humana…”
La forma de expresión en el párrafo subrayado y en bastardillas da la idea de que el capital productivo emanado de los monocultivos o minería se distribuye dentro de la economía de la población, lo cual no es totalmente cierto, menos aún en Guatemala, en donde gran parte de los dineros tributados –por los que sí tributan- desaparecen por magia y por tradición.
La recuperación del daño a la Tierra en estas condiciones es un proceso largo y muy costoso, particularmente la recuperación del daño hídrico. Cuando las leyes no se cumplen, la tierra queda permanentemente erosionada y todo el mundo pierde –menos los explotadores de los recursos de la República–, quienes quedan muertos de la risa con los bolsillos totalmente cargados con algunos miles de millones de dólares.
Pero la culpa ni la responsabilidad son totalmente de los explotadores nacionales y extranjeros, porque la culpa y la responsabilidad son de los guatemaltecos, quienes por desconocimiento, indolencia y total abandono de su país en manos de políticos corruptos, Guatemala y su pueblo están en las míseras condiciones en la que se encuentran.
La minería es una actividad verdaderamente indispensable para la humanidad. Sin minería no existirían los automóviles; los cubiertos para la mesa; el azadón y el machete para el campesino; aviones y computadoras.
Pero todo tiene límites y todo es negociable. Los guatemaltecos, si quisieran, podrían exigir los límites para esas actividades que dañan la Tierra, quitando la voraz mano de burócratas y políticos corruptos que cometen usura personal con los recursos naturales de su patria.
Es asqueante lo que históricamente han hecho de Guatemala. Y la historia sigue…
Continúa…

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