Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Se dice que la inflación es el peor de los impuestos, y la misma deriva de pésimas políticas en materia económica, monetaria y crediticia. Eso mismo es lo que tiene ahora el pueblo venezolano, que, según proyecciones del Fondo Monetario Internacional, cerrará con una inflación de 1,000,000%. El número anterior no es un error, es un millón por ciento lo que se estima, será la inflación de Venezuela en el año 2018. A este fenómeno se le conoce como hiperinflación, y no puede existir peor impuesto, principalmente contra la gente de escasos recursos, que la hiperinflación.

Para dimensionarlo de forma correcta, un millón por ciento significa que si usted compró el 1º de enero de 2018 en Venezuela un producto que costaba un bolívar Bs 1.00, en diciembre ese mismo producto costará un millón de bolívares Bs 1,000,000.00. Esta es la quinta ocasión en la historia, por lo menos donde se tengan registros certeros, en que se da una hiperinflación de esta magnitud, de más de un millón por ciento. Por muchos ajustes a los salarios que se hagan, los mismos jamás compensarán la escalada en los precios, por un lado, y por el otro, siempre llegarán desfasados, por lo que la pérdida de valor adquisitivo de la moneda se dará antes de que el asalariado logre cambiar su dinero.

Durante mis estudios de maestría en el extranjero, tuve algunos compañeros bolivianos que me compartieron algunas de sus experiencias cuando su país sufrió de hiperinflación a finales del siglo pasado. Hay que tomar en cuenta que este fenómeno en Bolivia no fue ni remotamente tan severo como el que sufre hoy Venezuela y duró mucho menos tiempo, que el que se perfila ahora para Venezuela. En Bolivia, por ejemplo, me contaban mis amigos que los sueldos eran pagados diariamente, ya que si se le pagaba a una persona a fin de mes, como se acostumbra aquí, el empleado no tendría ni para comprar un pan. El mismo día que a uno le pagaban su sueldo, debía ir al banco a hacer una larga fila, y cambiar su cheque. Al tener efectivo, me contaban que debían ir a algún lugar a comprar cualquier tipo de bien. Podían ser alimentos, materiales de construcción, productos de ferretería, lo que fuera. Lo importante era comprar los bienes el mismo día que les pagaban, ya que al día siguiente no podrían comprar nada con el dinero que les pagaron. Estos bienes se usaban luego para intercambiarlos por los que la familia sí necesitara. A esto se le llama trueque. Y de esta forma subsistían las familias en Bolivia. En Venezuela es mucho peor, según me he enterado por venezolanos que he conocido en Guatemala.

Lo más lamentable es que las autoridades, lideradas por Nicolás Maduro, en vez de dar un paso al frente para asumir su responsabilidad ante este desastre, gritan y claman que son conspiraciones del “imperio” y la oligarquía del país en contra del “régimen bolivariano” de Venezuela. Cuba tuvo un embargo comercial más severo durante décadas, sin llegar a tener atisbos de una situación similar. Obviamente, guste o no, Cuba estuvo liderada durante décadas por una persona muy competente, llamada Fidel Castro, a diferencia de la monumental incapacidad que ha demostrado Nicolás Maduro.

Y escribo estas líneas, porque veo demasiadas similitudes entre los gobernantes de Centroamérica y el de Venezuela, y no quiero que algo similar suceda en nuestro país.

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