La Declaración del Foro de Sao Paulo respecto a la crisis política que se vive en Nicaragua vuelve a mostrar la miopía provocada por viejos dogmatismos ideológicos que siguen atrapados en la época del enfrentamiento Este Oeste que desapareció hace muchos años junto con la Unión Soviética. En efecto, las fuerzas políticas de la izquierda latinoamericana reunidas en La Habana, Cuba, se pronunciaron ayer en defensa del siniestro gobierno de Nicaragua reduciéndolo todo a una supuesta intervención de Estados Unidos para deponer a la pareja Ortega Murillo que es repudiada por buena parte de la población de ese país por sus desmanes y corrupción.
Lo que sucede en Nicaragua demanda un enfoque mucho más profundo y sensato porque Ortega poco a poco se fue convirtiendo en un remedo del régimen de los Somoza que tanto daño hizo a ese hermano país. Estamos hablando de totalitarismo y corrupción y fue precisamente todo eso lo que en el siglo pasado lanzó a los nicas a las calles a luchar por su democracia y libertad, situación que ahora se repite frente a las mismas causas y opresiones porque la pareja que gobierna ese hermanos país lo ha convertido en su viña particular, afectando a los pobladores que sufren, como sucede en Guatemala, las consecuencias de una corrupción que le pasa enorme factura a los sectores más débiles de la sociedad.
Debemos recordar que ese mismo foro de Sao Paulo, con la participación de los mismos partidos de izquierda de Guatemala, en su momento condenó la existencia de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala también por considerarla como una intromisión de Estados Unidos en asuntos de nuestros pueblos. Ni siquiera tomaron en cuenta que fue nuestro país el que solicitó ese apoyo ni que fue Naciones Unidas la que lo brindó. Simplemente en esa miopía que provocan viejos dogmatismos ideológicos se emitió el pronunciamiento que obligó a algunos de los grupos de izquierda locales a rectificar cuando se hizo evidente el despropósito de la declaración del Foro sobre la CICIG.
Defender a Ortega ciegamente y bajo un patrón como el que mostró ayer el Foro de Sao Paulo con el respaldo de URNG, Winaq y Convergencia, es mucho más que una torpeza. Es un insulto a un pueblo que no está actuando más que en defensa de sus intereses y es un agravio grosero contra los centenares de muertos provocados por la represión de las fuerzas de Ortega y Murillo para defender sus espurios intereses que anteponen a las ansias de libertad, democracia y transparencia.