Pese al brutal incremento de las deportaciones y de las medidas radicales en la frontera para impedir el ingreso de migrantes ilegales se sabe que en la medida en que las condiciones de vida se han ido deteriorando en Guatemala, donde las carreteras son fiel reflejo del retroceso que sufre el país, crece el número de compatriotas que ven en ese peligroso viaje la única esperanza para ayudar a sus familias con ingresos que permitan satisfacer las necesidades. No existe un dato verificable respecto a la cantidad de compatriotas que viven ya en Estados Unidos, pero ahora se habla ya de más de tres millones de guatemaltecos viviendo sin papeles a quienes, sin mayor estudio ni análisis, el TSE ha anunciado que empezará a empadronar a mediados de este mes para cumplir con la ley que les otorga derecho a votar en los comicios nacionales.

En realidad lo del Tribunal Supremo Electoral no puede sorprender a nadie porque en general no existe una estrategia de país para los migrantes que con sus remesas constituyen la columna vertebral del ingreso de divisas y el pilar de nuestra economía. Hay, como lo puede atestiguar cualquier comunidad de migrantes, un abandono absoluto de parte de nuestras autoridades y los consulados, fijos o móviles, apenas si pueden tener contacto con una ínfima proporción no sólo porque la ilegalidad en que viven les hace aislarse, sino también porque no se les ofrece ninguna ventaja o apoyo al punto de que para ellos, como para los guatemaltecos que seguimos en el país, obtener pasaportes o documentos de identidad es un auténtico calvario.

Fuera del esfuerzo que realizan algunas agrupaciones de migrantes que se han organizado para proporcionarse apoyo mutuo, no hay en realidad nada que pueda o deba agradecerse a las autoridades que se limitan a cumplir con su función eminentemente burocrática sin dar ni un minuto más de tiempo o esfuerzo para atender y asesorar a esos millones de personas a quienes un sistema ineficiente y corrupto expulsó de su propio país.

Hasta la famosa comisión de atención al migrante, encargada de un tema que debiera ser eje de nuestra política exterior, se ha convertido en viña para la corrupción y por ello los diputados se pelean para colocar a sus amiguetes al frente de una dependencia que sirve tan sólo para nutrir ambiciones personales.

Y ahora se suma un TSE igualmente inepto e incapaz que no sabe cómo ni por dónde entrarle al tema de facilitar el voto de nuestros compatriotas y por ello simplemente taparán el ojo al macho.

Redacción La Hora

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