Adrián Zapata

Repudio nacional e internacional ha causado el asesinato de Claudia Gómez, perpetrado por un agente de la patrulla fronteriza de Río Bravo, Laredo, Texas, cuando intentaba migrar hacia los Estados Unidos. Según datos de prensa, desde el 2010 los agentes han asesinado a más de cincuenta personas en la frontera surestadounidense.

Fuentes periodísticas refieren el reporte oficial sobre este lamentable hecho, donde se afirma que: “El agente, un veterano de quince años de servicio, llegó al lugar porque respondía a un informe de actividad ilegal, cuando se encontró con un grupo de personas que sospechaba que estaban ilegalmente en el país y les ordenó que se tiraran al suelo y al no hacerle caso disparó en una ocasión, hiriendo mortalmente a uno de los atacantes”.

Claudia Gómez vivía en San Juan Ostuncalco, de donde salió para migrar a los Estados Unidos.

Lamentablemente este no es un hecho aislado, es correspondiente con la política migratoria de ese poderoso país, que enfrenta este fenómeno como un problema para su seguridad nacional. Los migrantes son vistos, desde esta perspectiva, como enemigos. Por eso, es comprensible que además de matarlos, los persigan y hagan todo lo posible por evitar que la migración se consuma, sin importar los medios que se utilicen. En las redes sociales recientemente circularon imágenes donde los represores destruían envases llenos de agua que personas y entidades caritativas dejaban en la ruta para que los viajeros pudieran tomarla y evitar morir de deshidratación.

El plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte concebido para enfrentar la migración, se enmarca, de hecho, en esta visión de seguridad nacional, principalmente después de la llegada de Trump a la Presidencia.

Para nosotros los guatemaltecos y, en general para los centroamericanos, urge que nos distanciemos de esa visión perversa que responde exclusivamente a los intereses imperiales. La responsabilidad de la migración, como se está produciendo, es de los Estados que los expulsan debido a falta de oportunidades en sus territorios y/o a la violencia imperante.

El Instituto de Problemas Nacionales de la Usac, recientemente ha estado trabajando y promoviendo una propuesta para incidir en la política migratoria centroamericana, en el marco del SICA, la cual ha sido muy bien acogida por la Secretaría de dicho organismo, ahora ejercida por el expresidente guatemalteco Vinicio Cerezo.

El planteamiento del Ipnusac es que debe asumirse una visión regional, centroamericana, y no de los países llamados del Triángulo Norte, porque esta división responde únicamente al interés norteamericano de centrarse en los países que mayor riesgo presentan para la migración de “ilegales”. También se afirma en dicha propuesta que deben enfrentarse las causas estructurales que la provocan, no sólo los trágicos efectos. Y es que, si se analiza la procedencia geográfica de la mayoría de migrantes, estos proceden de territorios rurales y, en el caso de Guatemala, del altiplano occidental, debido a la falta de oportunidades para tener una vida digna. Claudia y su novio (que ya está en los Estados Unidos) provenían de esos territorios, buscando las oportunidades que no encuentran en ellos.

El Ipnusac, en su propuesta, hace ver que la región cuenta con una herramienta adecuada para enfrentar las causas estructurales de la migración, si se vincula esta con el desarrollo rural territorial. Se refiere a la Estrategia Centroamericana de Desarrollo Rural Territorial, ECADERT, que está a cargo del Consejo Agropecuario Centroamericano, integrado por los Ministros de Agricultura.

Ojalá la tragedia sufrida por Claudia nos haga reflexionar sobre las raíces de este drama.

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