El discurso y los mensajes que ayer envió la nueva fiscal general y jefa del Ministerio Público, Consuelo Porras, ayudan a promover la confianza que ella pidió ayer a la población y empieza ahora la etapa en la que los hechos serán los que sirvan para asegurar que la ciudadanía se sienta en realidad confiada del desempeño de una funcionaria sobre cuyos hombros recae una responsabilidad histórica. Porque hay que decir que tras el desempeño de los tres últimos fiscales queda un desafío muy grande para mantener el ritmo de trabajos que han permitido una trascendental transformación del Ministerio Público como ente encargado de la persecución penal.

Y esos hechos serán no sólo el tratamiento que se dé a los procesos ya iniciados y con investigaciones fuertemente sustentadas, sino también respecto a las nuevas investigaciones que se darán en el futuro. Actualmente se está dando una aberración en el sentido de que se anuncian investigaciones realizadas por el Ministerio de Gobernación, pasando por alto que por ley esa tarea es de competencia exclusiva del Ministerio Público para que pueda tener los efectos legales pertinentes. La cooperación que existió de manera tan fructífera cuando al frente de las dos instituciones estaban el ministro Rivas y la fiscal Aldana es algo que debe retomarse para asegurar que se puedan judicializar eficientemente aquellos casos que lo ameriten.

Ayer la fiscal Porras fue categórica en el sentido de que llega para cumplirle a su país y para mantener su hoja de servicios a la Patria sin mancha. Tiene frente a sí una inmensa tarea que demandará mucho de ella, pero que también la puede convertir en figura histórica si no sólo mantiene los logros alcanzados a la fecha, si no que se propone superarlos con creces para fortalecer el Estado de Derecho que pasa, fundamentalmente, por la igualdad de todos ante la ley, sin privilegios generadores de impunidad tan comunes en nuestra realidad.

El acompañamiento de la sociedad puede ser muy útil y vigorizante a la luz de las circunstancias. De hecho el ofrecimiento de una gestión de puertas abiertas, respetando desde luego la necesaria reserva para preservar las investigaciones, es muy importante para establecer ese vínculo entre el trabajo de la Fiscalía General con la ciudadanía que permanece ávida de acciones y hechos que concreten el sueño de construcción de un país en el que entendamos que la corrupción no puede ni debe ser la vía que marque el ritmo de la gestión pública. Si así fuere que el pueblo lo aplauda y en caso contrario que lo demande.

Artículo anteriorRadiografía de la seguridad social
Artículo siguienteLa Muni y las artes