Emilio Matta Saravia
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Fue muy lamentable la decisión del gobierno de Guatemala de trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén en un burdo intento de congraciarse con el gobierno de los Estados Unidos y su aliado Israel, para aprovechar así el poderoso lobby judío del país del norte e intentar retirar el apoyo del mismo al comisionado Iván Velásquez y a la CICIG. Por cierto que, Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, también está siendo investigado en su país por actos de corrupción.
Más lamentable aún fue el hecho que nuestro gobierno sea consentidor, por omisión, del asesinato de más de 50 manifestantes palestinos a manos del ejército israelí el lunes pasado, cuando se inauguró la embajada de los Estados Unidos. Nuestro Presidente, si es que considera que la nuestra es una nación que busca la paz en el mundo, debió haber manifestado su rechazo ante una vileza de esta magnitud perpetrada por militares israelíes, una acción que riñe claramente con las más elementales normas de convivencia pacífica. El alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, en una clara muestra de soberbia, arrogancia y prepotencia, expresó que: “No existe ningún otro país que quiera más que Israel abrirse y contribuir a crear un mundo mejor, pero por el otro lado, también sabemos cómo defendernos contra la maldad y las amenazas… (los palestinos) son bienvenidos a visitar y a abrir una embajada en Jerusalén, hay muchos palestinos viviendo aquí y pueden seguir haciéndolo y les cuidaremos bien, estoy totalmente comprometido a servirles, pero Jerusalén es la capital única y unida del pueblo judío”. ¿Con qué derecho se arroga este señor el decir que están en el “lado bueno” y que se defienden contra la “maldad”, y que Jerusalén es la capital única del pueblo judío? ¿Para él los palestinos que viven en condiciones infrahumanas en la Franja de Gaza y que protestan y luchan por su derecho a ser reconocidos como nación y a tener una vida digna, lucha que los mismos judíos tuvieron durante milenios, son los “malos”? Ni qué decir de su cinismo al “invitar a los palestinos” a abrir una embajada en Jerusalén. Guatemala no puede ser parte de semejantes muestras de intolerancia y cinismo, como las mostradas por las autoridades de Israel.
Las perspectivas de paz en la región del Cercano Oriente son cada vez menos alentadoras, y decisiones como las tomadas por el gobierno de los Estados Unidos, secundadas por países como el nuestro, fomentan los conflictos bélicos y no bélicos en dicha región. Conflictos que son milenarios, y que en este último siglo se han agudizado por su estratégica ubicación donde pasa más de la mitad del petróleo producido en el mundo hacia los mercados de mayor consumo, amén de contener aproximadamente el 58% de las reservas mundiales de crudo.
Mal acaba lo que mal empieza, y creo que los traslados de embajadas de Tel Aviv a Jerusalén han iniciado de la peor forma posible, con más de medio centenar de muertos, miles de heridos e indicios de que la violencia en esa volátil región del mundo, lejos de disminuir, se exacerbará.