Luis Enrique Pérez
En el año 2014, Timothy Francis Ball publicó un libro denominado “The Deliberate Corruption of Climate Science”, o “La Deliberada Corrupción de la Ciencia del Clima”. Ball es climatólogo. Fue uno de los primeros críticos de la mentira del calentamiento global antropogénico, es decir, calentamiento originado por el ser humano.
Esa mentira comenzó en el año 1972, predicada por el programa ambiental de la Organización de las Naciones Unidas, y proseguida, en el año 1988, por la pseudocientífica e ideológica charlatanería del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, patrocinado por esa organización.
Presuntamente el ser humano es causante de calentamiento global porque su actividad, principalmente económica, produce gases que se acumulan en la atmósfera, absorben la radiación térmica que emite la superficie terrestre, la reflejan hacia esa misma superficie, y provocan un incremento de la temperatura planetaria, denominado “calentamiento global”. Uno de esos gases es el dióxido de carbono.
El calentamiento global causado por el ser humano “…es el más grande engaño en la historia, y la magnitud y la extensión del daño que ha provocado todavía tienen que ser expuestas y ser objeto de medición”, afirma Ball, y agrega: “La ciencia crea teorías basadas en supuestos. Entonces los científicos, adoptando una actitud escéptica, las someten a prueba… El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático actúa de manera opuesta al método científico. Pretende probar la teoría, y no refutarla.”
“La atmósfera es tridimensional y dinámica, de tal modo que construir un modelo computacional que por lo menos se aproxime a la realidad requiere mucho más datos que los que están disponibles, y una mayor comprensión de un sistema sumamente turbulento y complejo”, afirma Ball. Precisamente los modelos computaciones construidos por el panel intergubernamental no han sido precisos sino opuestos a la más mísera precisión.
La mayoría de diagnósticos y prognósticos sobre el calentamiento global antropogénico ha sido obra de un grupo de científicos de la Unidad de Investigación Climática, de la Universidad de East Anglia, en Norwich, Inglaterra, cuyos miembros pertenecen al panel intergubernamental. En el año 2009 fueron revelados mensajes por correo electrónico, que intercambiaron miembros de esa institución. En algunos de esos mensajes, Phil Jones, director de tal institución, y Tom Wigley, director anterior, admitieron que “mucha de la incertidumbre en torno a la causa del cambio climático jamás será resuelta porque no se dispone de los datos necesarios.” Esos mismos mensajes mostraban una creciente preocupación sobre un ciclo de enfriamiento que había comenzado en el final de la década de 1990…”
“Más gente comienza a comprender que la información que la academia, los medios masivos de comunicación y el gobierno han suministrado sobre cambio climático, es errónea, y que, especialmente, lo es la propaganda que proviene de la Organización de las Naciones Unidades y del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático”, afirma Ball. Y “ridículas pretensiones, como aquella de que el debate está superado, suscitaron una creciente comprensión de que algo era erróneo.” Contribuyó a tal creciente comprensión el absurdo argumento de que el enfriamiento era causado por el calentamiento.
Ball opina que el panel intergubernamental se ha beneficiado de la carencia de conocimiento de la gente sobre la ciencia que concierne al clima. Y los medios de comunicación que han aceptado una teoría no comprobada, y la han difundido, han contribuido a fomentar la mentira del calentamiento global. Adicionalmente, no se otorgan recursos financieros para investigación climática a los científicos que no creen en el calentamiento global antropogénico.
Post scriptum. Ball afirma que una intención subyacente en la mentira del calentamiento global antropogénico es reducir la población, y evoca que, para reducirla, John Holdren, asesor sobre ciencia y tecnología del anterior presidente de Estados Unidos de América, Barack Obama, propuso el aborto forzado y la esterilización mediante la introducción de drogas en agua potable y alimentos.