Víctor Ferrigno F.
La historia de la humanidad es una fuente inagotable de grandezas y miserias que hoy nos llegan en tiempo real, gracias a las telecomunicaciones que nos hacen estar más informados, pero no más seguros, ni nos dotan de sabiduría.
Esa vorágine humana ha tenido en el mes de mayo importantes hitos, que nos debieran servir para reflexionar sobre nuestro presente y perfilar mejor nuestro futuro.
Ayer, 8 de mayo, se conmemoró el 73º aniversario de la capitulación de la Alemania nazi, que tuvo lugar en 1945. Siete décadas después, olvidando los 60 millones de seres humanos que murieron en ese holocausto, aún vivimos en peligro de una conflagración nuclear, máxime que ayer, otro 8 de mayo, Donald Trump rompió el acuerdo nuclear con Irán, logrando una condena mundial, y dejando sentado que EE. UU. es un país que incumple con lo pactado. Paradójicamente, abre este nuevo conflicto cuando los presidentes de Corea del Sur y China Popular logran una importante distensión con Kim Jong-un, tras décadas de conflicto nuclear.
Actualmente, más de 21 países libran guerras declaradas, y más de 300 mil niños-soldados combaten en ellas, según Unicef. En 2016, según ACNUR, la agencia de la ONU para refugiados, 22.5 millones de personas fueron registradas con ese estatuto, sufriendo las consecuencias de los conflictos bélicos. Más de tres millones de centroamericanos huyeron hacia EE. UU. por la pobreza y la violencia en sus países, que sufren las consecuencias de un siglo de intervención estadounidense.
En mayo de 1954, en la batalla de Dien Bien Phu, las fuerzas del Viet Minh, bajo la dirección del general Võ Nguyên Giáp, derrotaron al ejército colonialista francés. Esta victoria dio pie a una oleada de luchas anticolonialistas, especialmente en África y Asia. Dos años después, EE. UU. se involucra en la guerra y, en abril de 1975, sufre la peor derrota militar de su historia, demostrándose que un pueblo tercermundista organizado y decidido, puede derrotar a la mayor potencia militar del orbe. Hoy día, Cuba, Bolivia y Venezuela se esfuerzan por reeditar aquella gesta, reclamando el derecho soberano a decidir su futuro.
“Seamos realistas, pidamos lo imposible”, rezaba la consigna que, fraguada por el filósofo Herbert Marcuse, resumió la revuelta de mayo de 1968 en Francia, la cual alentó la Primavera de Praga (por un socialismo con rostro humano), la insurgencia estudiantil en México-Tlatelolco, el movimiento de los derechos civiles en EE. UU., etc. Fue la irrupción política de las y los jóvenes, como un nuevo sujeto social; en Guatemala volvió a resurgir en 2015, contribuyendo a la caída de la corrupta vicepresidenta Roxana Baldetti, aquel inolvidable 8 de mayo. En la actualidad libran, con otros sectores sociales, una lucha permanente contra el Pacto de Corruptos.
Desde 2010, los expertos perfilaron que la nueva crisis económica mundial daría inicio en enero de 2018, por la entrada en vigencia de los Acuerdos de Basilea III, que implican una reforma de la regulación bancaria coordinada entre los países de Europa y América del Norte. Ayer, 8 de mayo, Argentina reedita la crisis económica de 2001, solicitando al FMI un préstamo de 30 mil millones de dólares, que la banca comercial le niega, ya que superó los 342 mil millones de dólares de deuda externa, equivalentes al 60% del PIB. Con 300 mil trabajadores despedidos, 10 mil establecimientos cerrados en dos años, múltiples protestas sociales, desplome del peso, y creciente inflación y déficit fiscal, todo apunta a que Mauricio Macri, adalid del neoliberalismo, tendrá que salir huyendo de la Casa Rosada, por Avenida de Mayo, hasta donde es cortada de tajo por la calle Bolívar. ¿Paradójico, no?