Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

En su enorme sabiduría, Dios nos da y Dios nos quita. Ello se aplica a la muerte del Presidente de la República y alcalde, Álvaro Arzú, a quien sorprendentemente, mientras practicaba golf, se le produjo un infarto masivo que le privó de la existencia.

Solo Dios sabe cuál habría sido su posición con respecto al antejuicio que se estaba planteando en su contra. Hoy, descanse en paz y nadie puede manchar su nombre.

El Gobierno de Guatemala decretó los honores que corresponden a quien fue electo Presidente Constitucional de la República en elecciones generales, y que ejerció el cargo durante cuatro años. Durante su gestión, como es natural, hubo aciertos y desaciertos; sin embargo, ese no es el tema.

El principal objeto es reconocerle al presidente Jimmy Morales, quien supo honrar a Álvaro Arzú con el procedimiento que protocolariamente correspondía. Se le rindieron honores en la Plaza de la Constitución, y a muchos nos hizo emocionarnos el clarín que hizo el toque de silencio, que corresponde a alguien que ha partido.

El Ejército desplegó representaciones de todos los cuerpos que integran esta institución, tres helicópteros sobrevolaron la Plaza y el Palacio.
El inicio de la ceremonia constituyó la lectura del acuerdo gubernativo donde se decretaba tres días de duelo y que la bandera de Guatemala estaría a media asta en todos los edificios públicos, este acuerdo le fue entregado a su distinguida esposa, doña Patricia Escobar, quien estaba acompañada de los tres primeros hijos de Álvaro, así como de los dos hijos del segundo matrimonio que ella mantuvo en una excelente relación con Álvaro durante treinta años.

El presidente Morales efectuó un discurso sumamente emotivo y como bien dijo “Álvaro fue un caminante” que durante 50 años se distinguió como un servidor público.

La primera guardia al cuerpo presente la efectuaron el Presidente de la República, el Presidente del Congreso, Álvaro Arzú Escobar, hijo del fallecido, el Presidente de la Corte Suprema de Justicia y ministros de gobierno.

Durante todo el tiempo que Álvaro Arzú estuvo en el salón de Recepciones se mantuvo guardia, como procedía, realizada por cadetes de la Escuela Politécnica y otras instituciones.

Los Presidentes y Vicepresidentes de la República de otros períodos no fueron convocados, omisión protocolaria que no se ha dado en los actos de toma de posesión y transmisión de mando. Por esa razón me permití asistir y presentar mis respetos a Álvaro Arzú cuando su cadáver ya se encontraba en el Patio de la Paz, el cual estuvo permanentemente lleno de flores y de numerosas personas.

Durante todo el día sábado, hasta las diez de la noche, Álvaro no dejó de recibir el respeto y el saludo de la población de la ciudad de Guatemala.

El día domingo, el cuerpo fue trasladado del Palacio Nacional a la municipalidad de Guatemala, donde el Gobierno central y el Ejército concluyeron los honores con 21 cañonazos. El personal de la municipalidad le rindió numerosos honores en dicho edificio, donde la noche anterior, doña Patricia Escobar de Arzú, acompañada de su familia, dio el banderazo a la carrera “10K” que se celebraba por séptimo año.

El cuerpo de Álvaro fue enterrado en la Antigua Guatemala, ciudad a la que él le tenía enorme cariño.

No debe ponerse en duda que Álvaro Arzú pasó, igual que el general Efraín Ríos Montt, a formar parte de la historia política del país.

¡Guatemala es primero!

Artículo anteriorEl retorno del estoicismo
Artículo siguienteLas condiciones y disposición del agua para consumo humano como problema ineludible