Alfredo Saavedra

Desde Canadá.– Con una admirable afición a la astronomía, estimulado por sus padres cuando aún era un  niño, el argentino Víctor Buso, de forma progresiva y con iniciales recursos técnicos, pero con una sorprendente dedicación, ha llegado a la culminación de un proceso que lo distingue ahora con el descubrimiento de un fenómeno estelar que ni los científicos en el ejercicio de esa ciencia habían logrado ver, de acuerdo con el reportaje del Washington Post, reproducido por el importante diario canadiense Toronto Star.

El descubrimiento consiste en que por primera vez es posible captar el fenómeno de la explosión de una Supernova, lo cual ha logrado el astrónomo amateur Buso, –así lo indica el reportaje– confirmado con fotografías examinadas por la astrofísica Melina Bersten, del Instituto de Astrofísica de la Plata y reportado por The Journal Nature que lo describe como un excepcional acontecimiento al lograr por primera vez en la astronomía ver el fenómeno que se desarrolla a partir de la fase cuando una ola de energía se expande desde el centro de la estrella hacia su exterior para producir una explosión.

Por medio de computadoras se ha efectuado un simulacro sugiriendo esa fase, pero no había testimonio del suceso, sino hasta ahora en mérito del argentino Buso. La científica Bersten, del ya mencionado Instituto, declara: “En nuestro campo tenemos esta fundamental pregunta: ¿Cuál es la estructura de la estrella al momento de la explosión?” Con las observaciones de Buso, los científicos podrán llegar a determinarlo, dice el informe emitido por ese Instituto.

Víctor Buso es un cerrajero de oficio, de 58 años, de la ciudad de Rosario, y su primera experiencia de la observación de un fenómeno en el cielo fue cuando a la edad de diez años, su padre lo levantó de la cama un amanecer para que viera el curso que llevaba el Cometa Bennet, en su trayectoria a través del espacio. A los 11 años, el niño principió a construir telescopios usando latas de bebidas gaseosas con lentes primarios, pero aún con lo artesanal que eran los instrumentos pudo hacer acercamientos para observar las estrellas. Hace unos años vendió un terreno que poseía con su padre y con el producto instaló una torre astronómica sobre el techo de su casa y que nombró “Observatorio Busoniano”.

En estos días el argentino que ya es nombrado astrónomo, prefiere rastrear el cielo con cámaras montadas sobre su telescopio de 40 centímetros, agrega la información, para observar fenómenos no posibles de ver a simple vista. Hace dos años, un día de septiembre, decidió probar una nueva cámara apuntando hacia NGC-613, una barrera en espiral de una galaxia que está a unos 65 millones de años luz de la Tierra.

Pasados unos minutos vio un punto de luz que no aparecía en los archivos examinados en circuito del Internet. “Yo me dije: ¿Oh Dios mío, qué es esto?” según lo recuerda. Esa luz no parecía una Supernova, pero fue creciendo en intensidad. El proceso quiso hacerlo saber, con las respectivas fotos, a astrónomos argentinos, pero los que conocía estaban fuera del país. En esas condiciones se comunicó con un amigo también amateur en la materia, quien al comprobar la importancia de lo mostrado por Buso, le sugirió preparar un alerta internacional con la prueba de la posición del objeto, la luminosidad y los tiempos de observación.

Esa noche Buso subió a su observatorio para ver si había progresado la luz de su objeto y para su sorpresa comprobó que era una Supernova en proceso de explosión. Con las fotos en la mano fue de inmediato a ver a la señorita Bersten, quien con su colega Gastón Folatelli, no creían lo que veían sus ojos. Estaban ante la explosión de una supernova, fenómeno que a infinidad de observadores de astronomía había mantenido ante la expectativa de poder establecer, sin que se lograra hasta que se realizó ese casi prodigio por la perseverancia de Víctor Buso, quien declaró a la prensa que lamentaba que ya no estuvieran sus padres, ya fallecidos, para que hubieran compartido el júbilo que lo envolvía a él.

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