Fernando Mollinedo C.

Los guatemaltecos somos una sociedad en la que prevalecen los prejuicios religiosos y morales tratando de disimular las disfunciones sociales que a todo nivel ocurren “hasta en las mejores familias”; es decir, que tratamos de taparle el ojo al macho para aparentar algo que no somos o que está alejado de nuestra realidad inmediata.

La Historia de Guatemala nos demuestra de forma ligera la forma de vida de la población antes de la conquista militar española iniciada en 1524; naturalmente, con la imposición a puro huevo de la religión católica y el mestizaje, nació una cultura sui géneris que a través del tiempo se transformó en referente de los valores sociales.

El catolicismo desde hace 494 años con sus misioneros, cofradías y otras estructuras, permanece como bastión de moralidad social con sus ritos y costumbres; los protestantes (mal llamados evangélicos) con c.180 años de ministerio, formaron sectas, denominaciones y otras clases de organizaciones para llevar el evangelio a la población no creyente.

Lo anterior, induce a que los valores culturales y sociales están basados en los preceptos religiosos de ambas corrientes evangelizadoras; sin embargo, al igual que el mestizaje, el sincretismo, la indolencia, desidia o poca importancia a las reglas y disciplina social, variaron el pensamiento de las personas que utilizan su libre albedrío como razones justificativas a su indisciplina social.

En relación a los personajes de la vida pública, investidos de poder temporal, cometieron atropellos contra la población y el erario nacional, la que sumisa, con miedo e hipócrita por educación no les reclamó ni protestó, solo murmura aunque sufra los embates de la delincuencia gubernativa institucionalizada.

La Historia de Guatemala permite conocer, la realidad de otros tiempos; la forma del ejercicio del poder desde hace un catizumbal de años, por qué fueron exponentes pintorescos y dantescos de la incultura, abuso, intolerancia, prepotencia, estupidez, ignominia, despotismo, arbitrariedad, sectarismo, ignorancia y payasadas; pero, a quienes la misma sociedad por servilismo e indignidad, interés o ignorancia, les adjudicó una aureola o halo de grandeza y excelencia que como personas humanas jamás tuvieron, ni tienen y no fueron capaces de construir para sí mismos.

Tenemos miedo de hablar, de señalar las mentiras, fraudes, extorsiones, falsedades, engaños y despojos que los funcionarios ejecutan a diario ¿por qué no se les denuncia? POR MIEDO, ¿a qué? A QUE LO MANDEN A ELIMINAR, pues la policía y el ejército siguen las órdenes de los FUNCIOSICARIOS que mandan a matar individuos y colectivos con sus disposiciones presidenciales, ministeriales y privadas amparados por su poder transitorio.

La Historia de Guatemala descubre a los más encumbrados y encopetados personajes de todo tipo, estirpe, linaje, condición social, económica, educativa y religiosa, mostrándolos como lo que fueron y son: personas simples y normales que comen, cagan, sufren y disfrutan. SÓLO ESO, nada de grandezas fuera de lo normal por ser humanos con o sin educación.

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