Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Sé que una de las quejas del presidente Jimmy Morales es que, según su juicio, de él no se dice nada bueno y que todo lo que sale en los medios de comunicación es para perjudicarlo y hacerlo ver mal.

La semana pasada publicamos una felicitación de la Embajada de los Estados Unidos por la elección del nuevo Superintendente de la Administración Tributaria (SAT), y también hemos publicado el proceso de la compra de radiopatrullas entendiendo que hubo una cúpula policial que decidió dar el paso (incluida la junta de licitación) pero que al final contó con el aval de Morales para llevar a cabo el plan y ello derivó en mejoras para los agentes.

Qué decir del mes de febrero de 2018 que fue un mes en el que bajó la incidencia criminal y en el que se cambió (el 27 del mes) a la anterior cúpula de la Policía Nacional Civil (PNC).

Si se dan cuenta, en los tres hechos anteriores y calificados como positivos, Morales no tuvo incidencia directa, pero se le atribuyen como logros de su gestión porque es el Jefe de todo el Gobierno, pero así como se le atribuye lo bueno, un mandatario es medido con la misma vara y debe cargar con lo negativo.

Por ejemplo, desde el cambio de cúpula (también su responsabilidad porque le pusieron la cabezota de que le querían dar un golpe) ha existido un leve repunte en la incidencia criminal, mucha molestia dentro de la PNC por los comentarios de su Ministro de Gobernación y porque, además, quieren negar que el tema de la alimentación de los policías durante la Semana Mayor está siendo complicada.

Ayer, Morales decía que este medio mentía y que era conveniente que reconociéramos que alguien nos había mal informado, pero ayer mismo se le presentaron las pruebas a los lectores y cada quien podrá formarse su juicio como estime apropiado.

Ayer se presentó un amparo en contra de tres nombramientos en la cúpula de la PNC, y aunque la decisión fue del Ministro y él termina siendo la persona impugnada, Morales y su círculo tienen un grado de responsabilidad por haber permitido nombramientos sin haber cumplido con la ley.

El punto es que las cosas se dicen (de frente por cierto y sin necesidad de chismes, anónimos o netcenters) porque nos guste o no, la realidad de nuestra gente nos ofrece muchos retos; niños malnutridos, sin salud, con poco o nulo acceso a una educación cuya calidad es muy cuestionada siendo, además, la gente nuestro principal productos de exportación y un inmenso etcétera que nos obliga a enfrentar, denunciar y trabajar por una realidad que es insostenible. Realidad que no mejora (quizá empeore) por los “ánimos” del Presidente.

Si la gente callara y dejara de decir lo que piensa del Gobierno de Morales o si quisiéramos mostrar una realidad distinta, eso no sería la solución porque los problemas de Guatemala necesitan verse, aceptarse y enfrentarse para optar a un futuro mejor.

Morales es un ave de paso en este recorrido nacional y en esta lucha por un país diferente, pero él siente (como los otros que han pasado) que la vida se detiene a su alrededor y que por sus penas, preocupaciones, odios u obsesiones, todos debemos cargar por igual y aceptar el rumbo equivocado en el que nos lleva.

Abra los ojos Presidente y escuche a quienes, sabemos, insisten en hablarle para que usted reaccione y así logremos que la estabilidad del país sea real. Debemos enfrentar los problemas por medio de mínimos que alcancemos para salir del atolladero, pero la justicia no es negociable por medio de impunidad.

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