Alfonso Mata

¿Y usted qué piensa de los médicos? –interrumpió mis reflexiones el señor de al lado, con un poco de miedo. He aquí mi respuesta a esa pregunta.

Un hombre ayudando a otro es el principio del ejercicio médico. En la historia, jamás se ha dejado de atender al hombre enfermo, tampoco en el mundo animal y por consiguiente una y otra vez se repite un gobernarse en este ejercicio, a través de la ciencia (lo que se aprende) la técnica (como se hace) y la investigación (lo que se interpreta). Encontrarse con un médico es un punto de esperanza, antes de dirigirse al cielo.

Pero el curar va más allá de hermanar ciencia, técnica e investigación; algo más se necesita para transformar la esperanza en realidad. El hacer médico debe acompañarse de una actuación bajo el manto de la verdad, la honestidad, dedicación, paciencia, constancia y tenacidad a lo que el galeno debe añadir innovación e imaginación, con visión futura. Son los verdaderos médicos, seres con capacidad intelectual y voluntad de estudio e imaginación, que a través de esfuerzos y sacrificios, dan frutos a largo plazo, y para lograrlo, caminan siempre alejados del reloj.

El médico descrito, siempre está presto al servicio de alguien, produce efectos maravillosos, pero si le falta la dosis adecuada de alguno de los ingredientes mencionados, fracasa. A ello debe decirse que el médico nunca debe dejar de “hacerse” en su vida: debe estar en permanente construcción.

¿Qué espera el paciente del médico? En un primer plano comprensión y responsabilidad, pero sobre todo sensibilidad. Espera que vaya más allá de la biología de su cuerpo; que combine ciencia y vocación de servicio, con amor a su cultura; espera que dirija su mirada no solo sobre la objetividad de su ser, sino también hacia su medio. Y la sociedad espera que una su diagnóstico, con la subjetividad de la persona. Esto raros médicos no nacen, se hacen.

¿Qué está sucediendo con nuestro médico? Cada día irrumpe más erróneamente con tecnología sobre el cuerpo de sus pacientes, haciendo de ésta, tecnolatría; y entonces, ha transformado la curación en un nuevo mito. Igual cosa sucede en la sociedad: la gente quiere curarse sin que la toquen, ni se les conozca, cayendo también en una idolatría hacia la técnica y en esa actitud, ambos se arrastran. Se deshumaniza la medicina y el paciente.

Por consiguiente, el verdadero médico es un permanente constructor e innovador y para lograrlo es a su vez un hacedor de su vida; lo que significa de su parte, constantes esfuerzos y sacrificios. Inquirir minuciosamente en los secretos del otro sin contentarse con el primer manjar que de ello se le ofrece, es quizá el primer acto de un buen médico. Viene luego el segundo acto, que consiste en buscar algo en su mente que pueda asimilar y comprender con facilidad y exactitud, algo en cuyo conocimiento y certidumbre hallará luz sobre lo que le sucede a su enfermo y sigue a ello un tercer acto de interrogación a ese cuerpo y el medio en que se desenvuelve, para sanarlo o controlarlo y finalmente ambos, médico y paciente comparten, sin que cada cual diga una cosa distinta. El milagro de la sanación y curación, pertenece de esa manera a dos almas. De otra manera y como antiguo se decía, con el cebo de la mentira y el engaño, y la candidez de los ignorantes, se pesca más enfermedad.

De tal manera que un médico merecedor, no debe descuidar comportamiento: en lo que sabe, no debe andar vacilante y lo que enseña no debe hacerlo con gran confusión; y lo que trata, no debe hacerlo sucintamente o dejar pasar cosas y hechos. En la cura de la enfermedad se suceden tiempos a tiempos, y con el paso del tiempo, mudan las enfermedades y los efectos de los tratamientos y eso cambia el estar en lo cierto; lo que vuelve necesaria la investigación y vigilancia. Todos los médicos deberían ejercitar sus facultades y, sin influenciarse de opiniones ajenas, aun a costa de errores y caídas, investigar las cosas por sí mismos. El ejercicio de la medicina, es una lectura constante de personas y sus ambientes para lograr una mejor comprensión de la enfermedad y la sanación.

 

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