Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es
“Al poder le ocurre como al nogal, no deja crecer nada bajo su sombra.”
Antonio Gala
Durante la historia de la humanidad, siempre han existido jerarquías en todos los ámbitos de la sociedad, los seres humanos se han visto necesariamente colocados en estratos, situación cuestionada y cuestionable, pero así funciona el poder real, ese que no permite que la sociedad avance con equidad y justicia.
En Quiriguá se pueden observar inscripciones jeroglíficas, con una significancia muy especial, advertimos un glifo principal, que muestra la posición del gobernante, dependiendo del orden dinástica del mismo, lo que significa que no existía la igualdad entre los pobladores, y que unos rendían pleitesía y tributo a otros que estaban por encima de ellos.
En todas las culturas antiguas y modernas, y en todos los estratos de las sociedades, nos encontramos con alguien que gira las órdenes, otros las ejecutan, y los demás simplemente obedecen, cual borreguitos vamos siguiendo la manada, y a los que nos atrevemos en ejercicio de nuestro libre albedrío a ser beligerantes, recibimos palo a diestra y siniestra, pero lo mejor es mantener lo más importante: Nuestra esencia.
Viene a colación lo anterior, por el hecho que durante años, antes y después de la firma de la paz que no fue firme, y menos duradera, se han creado submundos, en los que dominan caciques muy propios de nuestra cultura, y que tienen grandes y pequeños feudos, en los que uno o unos toman decisiones, que de alguna forma inciden en la vida de los demás, conocidos o desconocidos, lejanos o cercanos.
Sin embargo, seguimos conviviendo con dinosaurios, que se asumen desaparecidos, después de más de 230 millones de años de haber existido, los nuestros siguen acá, pero, ¿Quiénes son? Usted los ve en los medios de comunicación, y los ha visto mulplicarse, y expandirse, el problema con la metáfora que acá mencionamos, estriba en que por uno que por alguna causa desaparece, cientos más vuelven a aparecer, peleándose los territorios para ejercer el poder real.
Veamos un ejemplo, en las maras, existe un líder al que rinden tributo los subordinados que se encuentran abajo, y los últimos en la cadena de poder son los sacrificados, cuando de un sacrificio se necesita, son los don nadie, que pueden ser reemplazados, ya que son los peones del ajedrez de la vida.
Y así analizando burdamente a la humanidad en general, siempre habrá alguien arriba, unos pocos le seguirán de cerca, y así sucesivamente se irá ampliando la pirámide, hasta que las bases compuestas por los invisibles de la humanidad la sostendrán, y mantendrán al líder de cada conjunto humano, todos protegiendo a la abeja reina, aunque no sea abeja, menos reina, pero ostenta el poder dentro y fuera del grupo.
Así han proliferado los “líderes” que tienen a su propia Corte no celestial, que les sigue, porque esa es su función seguir, obedecer, no preguntar, y cuando ya no son necesarios son lanzados a la arena con los leones para ser devorados, con el aplauso de la masa que se siente realizada por la sangre derramada.
Así por medio de clicas, funcionan los poderes en esta sociedad que nos ha tocado vivir, gobernada por dinosaurios que cual si viviéramos en la época del Jurásico, parecen no querer desaparecer, porque cada día que abrimos los ojos están ahí, cambian de fisonomía, de apellido, pero siguen dominando la vida de sus grupos, y los verdaderamente poderosos dominan ciudades, pero los superdinosaurios, peor aún dominan la humanidad entera.
¿Quiere saber si caerán nuestros dinosaurios? Lamento informarle que los verdaderos no, están ellos y su estirpe siempre ahí, probablemente desaparezcamos todos los demás, ellos no, hasta que todos nos unamos, y como un solo ser, nos impongamos a ellos, los tiempos cambian, y nuevos cambios nos esperan, ese es nuestro objetivo, el que nos dará fuerzas para vencer a nuestros propios dinosaurios.